La locura que padece el alcalde por el que nadie votó, Adán Domínguez, tiene una explicación: de todos, es el candidato a responder ante la ley por los múltiples delitos que ha cometido.
El enamoradizo edil ha permitido millonarios desvíos de recursos porque así aceptó cuando su dueño Lalo Rivera, le dijo que le heredaría su lugar pero con ciertas condiciones, y una de esas era violar la ley.
Los números para Rivera y Domínguez eran halagadores, hasta que Alejandro Armenta fue nombrado coordinador para la Defensa del Voto de la Cuarta Transformación. Entonces vieron su realidad porque sabían que perderían.
Es así como no les quedó de otra y los socios comerciales se juraron lealtad, la misma que habrá de terminar cuando Adán termine en prisión por haber sido el tonto útil de la historia, el que solapó el incremento de las extorsiones y diezmos a contratistas y proveedores.