¿Qué habrá hecho el licenciado Guillermo Morales Rodríguez, hasta hace pocos días secretario general del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), quien renunció a dicho cargo para irse como secretario particular del inútil y gris Roberto Flores Toledano?.
La pregunta sale a colación porque quien era segundo de a bordo en el TSJ, no fue hecho ni siquiera juez, salida digna que le dan a quien ha ocupado ese cargo y es obligado a renunciar.
También es un mensaje para los Morales Flores, familia que se ha convertido -para bien o para mal-, en un poder de facto en toda la entidad, por el poder político y económico que acumulan.
Lo cierto es que el gobierno de Miguel Barbosa debe estar orgulloso por tener un sistema de administración de justicia alejado de los viejos vicios, sin compadrazgos y que goza de credibilidad y confianza de la ciudadanía.
Hoy nadie puede decir lo contrario, salvo la gente que se droga o los amantes del dinero fácil.
Hoy por hoy, Miguel Barbosa sabe que incluso los pocos bandidos que quedan en el TSJ están alineados con su gobierno y no habrá rebelión en la granja.