En el 2018, el Cotoñeto taxista olió las delicias del poder y fingía ser un ser probo y honesto, un auténtico hombre de izquierda que vivía de su trabajo.
Esperó pacientemente en su taxi, hasta que en el 2019 Miguel Barbosa ganó la gubernatura a Enrique Cárdenas.
Hasta ahí, el taxista era sencillo y poco ambicioso, pero la confianza que le fue otorgada y el poder implícito comenzaron a llenarlo de soberbia y locura.
De entrada, en el 2021 se opuso al proyecto político del gobernador Miguel Barbosa porque tenía su propio “gallo” y no era precisamente Gabriel Biestro.
En la elección del 2021, operó con todos los recursos que le fueron entregados para mostrar a Biestro como un político inexperto y sin arraigo. Como una imposición….
Y desde entonces soñó una Senaduría que -según él-, lo llevaría a la gubernatura en el 2024, con el apoyo de su jefe y mentor político, el gobernador Barbosa…
Vinieron las acusaciones por corrupción, venta de candidaturas, desvío de recursos de programas sociales y un pecado que no pudo ocultar: el enriquecimiento inexplicable que hoy lo trae en jaque y pulveriza sus fantasías políticas.
A Éric Cotoñeto Carmona le quedó grande el saco de la lealtad porque no la conoce.
Aprovechó el poder que le fue conferido para lucrar y enriquecerse.
Muy caro le salió su ambición…
Por otra parte, es digno de reconocer el trabajo implacable que realiza el mandatario Miguel Barbosa, quien no tolera ni a sus propios empleados el abuso y la corrupción.
Cotoñeto fue señalado desde hace muchos años por corrupción y hoy la verdad se impone.
Adiós sueños, adiós senaduría, adiós gubernatura, adiós sueños de poder… bienvenida la pesadilla.