La llegada del magistrado Pedro Martínez como Presidente del Consejo de la Judicatura del Tribunal Superior de Justicia de Puebla, debe verse como el inicio de un cambio generacional que la sociedad lo exige y los gobiernos deben atender.
Será el parteaguas para abrir espacios a nuevas generaciones de abogados y juristas que marcarán un trabajo distinto en donde se distinguirán la honradez y lealtad, cualidades que en política muy pocos entienden y jamás quieren conocer.
Pedro está lejos de caer en tentaciones y ambiciones personales. Llegará al Poder Judicial a trabajar y sumar, no a dividir ni restar, como quienes se creían dueños de esa institución.
Pedro es el perfil que el Consejo de la Judicatura necesita para despolitizar al Poder Judicial y cerrarle el paso a seres ambiciosos que se veían en ese lugar.
Los poblanos y la sociedad en general ganan porque tendrán una justicia alejada de ambiciones y sesgos que dañan la ya de por sí abollada figura de ese Poder independiente.
Por cierto: en el pasado reciente, ese espacio fue pervertido por Carlos Palafox Galeana, un gris abogado que vio como negocio al Poder Judicial.
Por eso se requiere sangre joven, y ahí está Pedro Martínez, la promesa del cambio generacional.