No lo cuente en voz alta, pero afortunadamente la organización de ultraderecha mejor conocida como “El Yunque”, poco a poco agoniza sin que sus miembros puedan hacer algo por salvarla.
Mercenaria y manipuladora, esta organización cada vez tiene menor influencia en el PAN, partido en el que se enquistó por así convenir a los intereses de sus “distinguidos militantes”.
En la época de los 90´s e inicio de siglo, el Yunque era la secta encargada de reclutar a los sicarios que darían la batalla en contra de los gobiernos priistas principalmente.
Eso, a pesar de que a sus militantes se les daba todo a manos llenas desde esos gobiernos.
Obras públicas, compras, ventas, concesiones e impunidad en general, era lo que tenían esos feroces militantes que soñaban con llegar al poder.
Un buen día, sin imaginárselo, llegaron a la alcaldía de Puebla bajo el mando del corrupto yunquista Eduardo Rivera y comenzaron a delatar su enorme ambición por el dinero público a través de negocios y extorsiones.
El mismo Eduardo Rivera sabía de la protección a tables Dances, extorsiones a constructoras y proveedores en general y no hizo nada.
Guardó silencio porque los delincuentes eran gente de su confianza. Él les permitía robar.
Su locura de poder llegó a tal que de pronto se convirtió en abuelo y amenazó cerrar el Colegio Oriente si no expulsaban a la mujer que su hijo embarazó.
Pero afortunadamente todo quedó en locura y soberbia.
Hoy a casi tres años de haber dejado quebrado el ayuntamiento de Puebla, estos yunquistas filtran información en el sentido de que Eduardo Rivera viene a Puebla más fuerte que nunca para buscar la gubernatura de Puebla.
Solo que sus niños cantores se callan cuando les recuerdan y enlistas la serie de corruptelas que esos yunquistas cometieron.
Los yunquistas saben realmente que no tienen posibilidades de buscar la gubernatura pero se preparan para el chantaje, es decir , negociar su cariño.
Si usted los ve, cuídese, son de verdad de muy mala reputación.
Por cierto: en esta foto están varios de ellos incluído el tal Rivera.