Otra de las corruptelas imperdonables que cometió el ex Director del DIF en el gobierno interino, Arturo Hernández Davy (a) “El Parejita”, se encuentra en la compra y distribución de las despensas que se “entregaban” a los grupos vulnerables y más desprotegidos.

Y fue con esos grupos, con los que Hernández Davy se ensañó porque les daba despensas con gorgojos y gusanos.

Resulta que nuestro personaje (ex secretario particular de Mario Marín), simuló comprar miles de despensas pero en realidad no se veían en los almacenes del organismo.

Y los mal pensados creen que simplemente no llegaban las despensas aunque sí eran cobradas.

Hernandez Davy quemó naves y asegura que no robó ni cometió actos de corrupción en el DIF. Lo cierto es que circula todo tipo de anécdotas de este sujeto que lucró con el hambre de los más desprotegidos.

Textualmente le dije en una ocasión:
“Veremos si eres cómplice, a ver qué dicen las nuevas autoridades”.
Hoy el tiempo me da la razón y este sujeto prefirió bloquearme.

Rosario Robles, prototipo de la corrupción

La captura de Rosario Robles podría ser un gran amuleto para el gobierno de AMLO.

De hecho AMLO ya necesitaba ofrecer la cabeza de alguien verdaderamente involucrada en actos de corrupción.

Rosario Robles jugó en las grandes ligas al lado de Peña Nieto y estuvo en ese nivel durante seis años.

Hoy se encuentra en desgracia lista para pasar largos días y noches en una celda, apresurada para contratar abogados costosos con relaciones políticas que la podrían liberar de prisión pronto o en dos años.

Me queda claro que Rosario Robles es el prototipo de la corrupción.

Pero faltan muchos, muchísimos más corruptos del PRIAN, para que nos hagan justicia a los mexicanos.

Por cierto: no veo a las “activistas” desgarrarse la piel y salir en defensa de su género.