De pequeño fue valorado con un coeficiente intelectual elevado, incluso se aprendió con facilidad las capitales del mundo, pero al entrar a primaria no sabía leer. En la escuela se aislaba de sus compañeros. A los 15 años, Jesús Joaquín Cerón Melgoza, estudiante de la Preparatoria Enrique Cabrera Barroso Urbana de la BUAP, fue diagnosticado con un trastorno del espectro autista, Síndrome de Asperger. Para estabilizarse, recurrió a los números.
Este síndrome se caracteriza por un mayor o menor impedimento en las habilidades del lenguaje y la comunicación, al igual que patrones repetitivos o restringidos de pensamiento y comportamiento.
Su condición no lo limita, al contrario posee una mente privilegiada y ha participado en competencias de Matemáticas, Física y Química. Recientemente, obtuvo el tercer lugar de la XXVII Olimpiada Nacional de Química, realizada el pasado mes de febrero y cuya sede fue la BUAP.
En este concurso, junto con 187 estudiantes del nivel medio superior del país, demostró su dominio de esta disciplina al presentar tres exámenes: teórico, práctico e internacional, que incluyeron las áreas de química analítica, química inorgánica, fisicoquímica y química orgánica. En la parte práctica, efectuó un experimento de electroquímica y otro de identificación de compuestos. Con ayuda de los materiales proporcionados conoció de primera mano la forma de trabajar en un laboratorio profesional.
El niño que conocía el infinito
Su afinidad por las matemáticas surgió en primaria, desde entonces son inseparables. “Fue en quinto o sexto grado, cuando la maestra nos enseñó a trazar un triángulo a partir de regla y compás, y a calcular el área del círculo: Pi por radio al cuadrado. En ese momento me enteré que Pi es un número irracional, cuyas cifras decimales no se repiten y son infinitas. Tiene su historia ese número”, relata el estudiante quien aspira a ser como el matemático hindú Srinivasa Ramanujan, considerado como una de las grandes mentes del siglo XX.
Después de este descubrimiento, Joaquín se aprendió más de 100 dígitos de Pi, un número con más de 22 billones de dígitos verificados. Su incursión en competencias de ciencias exactas era de esperarse.
Su primera competencia fue en primaria, en sexto grado. “En ese entonces no iba bien preparado”, confiesa. Más tarde, en primero de secundaria participó en la fase estatal del Concurso de Primavera de Matemáticas, organizado por la Academia Mexicana de Ciencias, y en la Olimpiada del Conocimiento de Centros Escolares, nivel secundaria, obtuvo el segundo lugar.
En la Olimpiada Mexicana de Matemáticas consiguió el tercer lugar a nivel estatal, en 2017. También compitió en la Olimpiada Estatal de Física. Actualmente, acude a asesorías en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas para participar en la Olimpiada de Física. Igualmente, espera acudir a torneos de ajedrez, deporte que practica desde su ingreso a la preparatoria.
- Para ti, ¿qué tienen en común las Matemáticas, la Química y la Física?
- Las Matemáticas son usadas para explicar los fenómenos cotidianos de la Química y Física. Las fórmulas que se usan en estas dos ciencias parten del álgebra. Las fórmulas tienen variables y cada variable tiene un valor en específico según sea la sustitución. Al ponerle valor a una variable es cuando aterrizamos en la rama de la aritmética.
Al preguntar acerca de su preparación, el estudiante de la Preparatoria Cabrera responde: “En la competencia de Matemáticas aún no tengo estrategia. En la de Física, tomo apuntes de libros. En la de Química, estudié libros de fisicoquímica y de química analítica; a pesar de la tendencia a la equivocación, en la parte práctica de este concurso aprendí que entre más lo intentas progresas”.
Como Ramanujan, lleva una agenda en la que toma apuntes de Química y Física. Por sus atributos en estas disciplinas, fue nombrado capitán del equipo que representó a su preparatoria en la Universiada del Conocimiento.
El futuro estudiante de Física
Joaquín Cerón tiene 17 años, cursa el segundo año de preparatoria y lleva un promedio de 9.66. Ha sido invitado por la SEP para participar en el Sistema de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA); así como a la firma del Decreto de Ley General para la Atención y Protección a Personas con la condición del Espectro Autista, por el presidente Enrique Peña Nieto.
A pesar de sus problemas de socialización y comunicación, trata de ayudar a sus compañeros. Tiene una mirada profunda y cálida. Un hablar pausado, de respuestas cortas, reflexivas y concretas. Se preocupa por el medio ambiente; en su casa cuida agua y luz, evita el uso de unicel y lleva una estadística sobre el consumo de hojas y los niveles de tinta en la impresora.
Siempre ha recibido apoyo de sus padres, quienes lo llevan a asesorías de determinada olimpiada. Su papá es docente de la Facultad de Ingeniería Química. Su mamá es la secretaria Administrativa de la Facultad de Ciencias Químicas. Tiene un hermano menor, Jorge Alfonso, de 14 años, quien es completamente autista, “no puede hablar, no mide el peligro”. En ocasiones, él cuida a su hermano.
Más allá de los concursos, Joaquín disfruta caminar por Ciudad Universitaria y leer libros de ciencia. En cuanto a literatura le gustan Noticia de un secuestro de Gabriel García Márquez, la biografía de Stephen Hawking, La isla misteriosa de Julio Verne y El club de la salamandra de Jaime Alfonso Sandoval. Su lugar preferido de la preparatoria es la biblioteca, ya que le gustan los libros físicos.
Sus planes a corto plazo son participar en el programa Verano de la Investigación de la Institución, para desarrollar un proyecto sobre física aplicada. A futuro, cursar una licenciatura en Física o Física Aplicada. “En la BUAP me interesan las carreras de Física o Física Aplicada. Antes en primaria me gustaban mucho las matemáticas, lo que no se debe abandonar es el cálculo diferencial e integral. Y sobre cualquiera de las carreras de Física es porque reconozco su calidad educativa, aparte nadie en mi familia ha sido físico”, puntualiza Joaquín Cerón Melgoza.