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​En el marco del aniversario de la Revolución Mexicana, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo pronunció un discurso que trasciende la mera conmemoración para erigirse como una poderosa declaración de principios y una hoja de ruta que conecta el legado histórico con el proyecto contemporáneo de la Cuarta Transformación (4T). Su intervención no solo honra el pasado, sino que lo utiliza como el antecedente legitimador de su administración, estableciendo un puente ideológico firme entre las luchas de 1910 y las políticas sociales de hoy. La Presidenta insiste en que la Revolución no es un evento archivado, sino un "momento definitorio" de vigencia permanente, cuyos ideales de "igualdad, libertad y justicia social" son los cimientos ejecutivos de su gobierno.

​El análisis de la alocución presidencial revela una apropiación programática del capital simbólico revolucionario. Sheinbaum sitúa a la 4T no como un gobierno más, sino como una transformación histórica equiparable en trascendencia a la Independencia, la Reforma y la propia Revolución. Este anclaje se materializa en tres pilares fundamentales: la lucha frontal contra la corrupción y los privilegios, la propuesta de Reformas Institucionales Democráticas —como la elección por voto popular de jueces y magistrados—, y la elevación de los programas de bienestar a "derechos constitucionales". Con ello, la administración busca institucionalizar de forma irrevocable el Estado de bienestar, cumpliendo el mandato histórico de justicia social de la gesta de 1910.

​Un segmento crucial fue la redefinición del papel de las Fuerzas Armadas. La Presidenta las presenta no solo como garantes de la soberanía, sino como instituciones que "nacieron para proteger la democracia y evitar los golpes de Estado". Este reposicionamiento doctrinal subraya su función de custodia del orden constitucional y popular desde dentro, alineando su misión con los valores de la 4T. Además, el reconocimiento de la "significativa presencia de mujeres" en el desfile simboliza la modernización y la inclusión castrense, reflejando la sociedad diversa que el proyecto de gobierno promueve.

​El discurso también sirvió para establecer una clara delimitación ideológica frente a la oposición. Sheinbaum criticó abiertamente a quienes defienden políticas de "mano dura", situándolos en la antítesis del espíritu revolucionario. La comparación explícita de estos enfoques con el Porfiriato es elocuente, pues traza un escenario de regresión histórica hacia un régimen de represión y desigualdad. La piedra angular de su filosofía de seguridad pública es que "la paz y la tranquilidad son fruto de la justicia", rechazando los modelos coercitivos y argumentando que la estabilidad social deriva de un sistema que prioriza la equidad.

​La Jefa del Ejecutivo federal expandió la concepción de la comunidad nacional más allá de las fronteras geográficas. Al calificar a los migrantes mexicanos en Estados Unidos como "héroes y heroínas de la patria", la Presidenta realizó un acto de reconocimiento político y afectivo sin precedentes en la retórica oficial. Este gesto no solo honra su contribución económica vital, sino que los reintegra simbólicamente al cuerpo de la nación, afirmando una soberanía que se ejerce también a través del vínculo con su diáspora.

@_Melchisedech

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-“...alzamos la voz con claridad y firmeza en defensa de nuestra primera mujer Presidenta, de nuestra comandanta suprema de las fuerzas armadas; porque defenderla a ella, es defender a nuestra Nación, nuestra Soberanía, identidad y cultura…”, expresó la oradora oficial, Laura Artemisa García Chávez.

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​El análisis de la trayectoria de la violencia homicida en México, desde el inicio de la llamada "guerra contra el narcotráfico" en 2006, revela un periodo de intensa escalada. El sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) marcó el catastrófico punto de inflexión que sentó las bases de la crisis de seguridad, con más de 100,000 homicidios. Esta violencia persistió y se intensificó durante la administración de Enrique Peña Nieto y los primeros años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien heredó los niveles de criminalidad más altos de la historia moderna del país, acumulando hasta 2024 más de 200,000 casos en su sexenio. La magnitud del desafío heredado y la inercia de la violencia explicaron los picos históricos que la actual administración se ha visto obligada a enfrentar con una nueva visión estratégica.

​A pesar del trágico acumulado heredado, el panorama de la seguridad en México ha experimentado una reversión histórica y sostenida que se consolida en el tramo final del primer sexenio de la Cuarta Transformación (4T). Los datos oficiales más recientes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) son contundentes y reflejan el éxito de la estrategia de seguridad enfocada en las causas sociales y la contención territorial. El promedio de víctimas diarias de homicidio doloso, un indicador clave, se ha reducido drásticamente, cayendo de 86.9 a 58.3 entre septiembre de 2024 y abril de 2025. Esto representa una disminución sin precedentes del 32.9%, ubicando el indicador en el nivel más bajo registrado en los últimos años y mostrando la eficacia del cambio de paradigma de "Abrazos, no balazos".

​Esta tendencia positiva no es una fluctuación, sino una consolidación. Al comparar los periodos interanuales, la disminución en el delito es igualmente notable. En los primeros nueve meses de 2025, el país registró 18,407 homicidios dolosos, lo que significa una reducción del 19.1% en comparación con el mismo periodo de 2024. Estos números confirman que, después de alcanzar los picos de violencia generados por la fallida estrategia de administraciones anteriores, el gobierno actual ha logrado un punto de inflexión significativo y una curva descendente que se acelera gracias a la combinación de políticas sociales de fondo y una mayor coordinación de las fuerzas federales.

​Es crucial contextualizar este logro: la reducción ocurre desde un umbral de violencia históricamente alto, producto de las estrategias bélicas de los sexenios pasados. Sin embargo, el mérito de la 4T radica precisamente en haber logrado moderar y revertir la inercia de una crisis que llevaba décadas de escalada incontrolada. La política de seguridad, que atiende las raíces del problema y promueve el bienestar social, está demostrando ser más efectiva a largo plazo que la confrontación directa, lo que se traduce directamente en menos víctimas y más paz para las comunidades.

​La reducción de más del 30% en el promedio diario de homicidios no es un dato menor; es la prueba de que el enfoque de la 4T está funcionando. Si bien la violencia estructural no desaparece de la noche a la mañana, el gobierno ha logrado desactivar la tendencia alcista que dominó el país durante 18 años. La disminución es resultado de una compleja interacción de factores, incluyendo la política integral de "Abrazos, no balazos" y la estabilización de ciertos territorios clave, elementos que reflejan un control más efectivo por parte del Estado sobre las dinámicas criminales que proliferaron en administraciones anteriores.


@_Melchisedech

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​El Gobierno de la Cuarta Transformación, a través de la Secretaría de las Mujeres (SM), ha lanzado el Plan Integral contra el Abuso Sexual, una iniciativa que se proyecta como un hito en la política pública con perspectiva de género. Este plan no se limita a ser un mero ajuste normativo, sino que propone una reestructuración profunda que ataca la violencia sexual como un fenómeno estructural y cultural. La propuesta, impulsada con visión de Estado, busca subsanar la histórica fragmentación legal y la ineficacia institucional que, por años, han negado el acceso a la justicia a miles de víctimas en el país. Se trata de un ejercicio de filosofía de la praxis, que articula los principios de derechos humanos con acciones concretas para transformar la realidad.

​El corazón de esta estrategia reside en la homologación del tipo penal de abuso sexual en los 32 códigos estatales. La disparidad actual en la legislación, donde la gravedad del delito y el acceso a la justicia dependen de la ubicación geográfica de la víctima, es una falla estructural que este gobierno se ha comprometido a corregir. Esta acción en el eje jurídico-legal busca imponer un orden universal y coherente, garantizando que el delito sea tipificado como grave, imprescriptible y que contemple la reparación del daño y la pérdida de la patria potestad. Es una respuesta racional y técnica que demuestra la voluntad política de unificar el frente contra la impunidad.

​Además de la reforma legal, el plan se centra en el fortalecimiento del acceso a la justicia y la capacitación institucional. La coordinación con fiscalías y la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia (CNPJ) tiene el objetivo de agilizar y hacer más seguros los procesos de denuncia, integrando de manera efectiva la perspectiva de género en la operación burocrática. La capacitación especializada para ministerios públicos, jueces y personal clave, como el de transporte público, es vital para transformar el sistema desde adentro, migrando de una lógica de revictimización a una de acompañamiento y restitución.

​El aspecto más ambicioso del Plan Integral es su Eje Socio-Cultural, que busca un cambio profundo en la conciencia colectiva. La secretaria Citlalli Hernández Mora ha puesto el acento en campañas de concientización dirigidas específicamente a hombres, en diversos ámbitos, con el fin de deconstruir la masculinidad hegemónica y la normalización de la violencia. Esto trasciende el marco punitivo de la ley y se adentra en la "psicopolítica" social, intentando intervenir en la producción de subjetividades más igualitarias y respetuosas. Este enfoque reconoce que la raíz de la violencia es cultural e histórica, y solo una transformación profunda en las relaciones sociales podrá erradicarla.

​No obstante, la implementación enfrentará retos que este gobierno está preparado para abordar. La coordinación federativa con los 32 congresos locales requerirá una negociación política firme para evitar que visiones conservadoras diluyan o bloqueen la armonización legislativa. Asimismo, la métrica del cambio cultural será a largo plazo y demandará sostener la estrategia con recursos claros y una estructura administrativa sólida. El Gobierno de la 4T entiende que el éxito del plan no será instantáneo, sino una labor constante que requiere articular la voluntad política federal con la praxis social y la operatividad estatal.

​@_Melchisedech

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​Ciudad de México, 5 de noviembre de 2025 - Con una visión de Estado y compromiso con la soberanía hídrica, el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha puesto en marcha un ambicioso plan para la gestión del agua, cuyo eje central es el Programa Nacional de Tecnificación del Riego (PNTR). Presentado como parte del Plan Nacional Hídrico, este programa no es solo una estrategia de infraestructura, sino un proyecto de nación que busca la eficiencia agrícola y, simultáneamente, la garantía de abasto para los principales centros urbanos del país. La implementación ya muestra un avance físico del 40% en 17 distritos clave, demostrando la urgencia y determinación de la Cuarta Transformación para enfrentar la crisis hídrica con soluciones concretas.

​El PNTR establece metas cuantificables y transformadoras que reconfigurarán el panorama hidroagrícola y social de México. La inversión programada de 60,000 millones de pesos durante el sexenio respaldará la tecnificación de más de 200,000 hectáreas, lo que beneficiará directamente a cerca de 225,000 productores. El impacto más significativo será la recuperación de aproximadamente 2,800 millones de metros cúbicos de agua, un volumen vital que actualmente se pierde por la obsolescencia de los sistemas. Este esfuerzo se articula en dos niveles: la modernización de la infraestructura mayor (canales y compuertas) y la tecnificación parcelaria (riego por goteo y aspersión), proyectando eficiencias de hasta el 55%.

​La lógica del programa es clara y responde a una necesidad histórica: maximizar la productividad agrícola con menos agua, liberando una porción crucial del recurso para las zonas urbanas que padecen un severo estrés hídrico. Esta estrategia hidro-política prioriza distritos de riego ubicados en las cercanías de grandes zonas metropolitanas en estados como Guanajuato, Aguascalientes, Chihuahua y Sonora. Al garantizar la eficiencia en el campo, el gobierno federal asegura un modelo de justicia hídrica intersectorial, donde la inversión en el sector primario se traduce en un beneficio directo para millones de familias en las ciudades, sin sacrificar la actividad agrícola.

​Este enfoque moderno y técnico, que algunos han denominado "tecno-optimismo institucional," es la respuesta de la 4T a la inacción del pasado. La administración de Sheinbaum ve en la ciencia y la técnica las herramientas necesarias para superar los retos hídricos, haciendo del agua un recurso calculable, medible y, por ende, redistribuible bajo criterios de necesidad social y económica. Lejos de la retórica, se trata de una racionalización indispensable del riego que busca transformar infraestructuras, sí, pero con el objetivo superior de asegurar el derecho humano al agua para toda la población.

​Aunque se reconocen las voces críticas respecto a la posible instrumentalización de la agricultura o los desafíos de los costos operativos para pequeños productores, el gobierno federal se ha comprometido a mecanismos de apoyo y gobernanza inclusiva. El diseño vertical en la implementación no es más que una muestra de la voluntad política para acelerar la entrega de resultados, mientras que la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) y otras dependencias trabajan en afinar los arreglos institucionales que eviten la marginación y fomenten la participación comunitaria, asegurando que los beneficios de la tecnificación sean equitativos y sostenibles.

@_Melchisedech

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​El Zócalo de la Ciudad de México se transformó en el corazón palpitante de la nación, el escenario elegido por la presidenta Claudia Sheinbaum para un monumental acto de reafirmación. Bajo la contundente consigna “La transformación avanza”, cientos de miles de mexicanos se congregaron para escuchar no un simple informe, sino un discurso que trascendió la coyuntura: fue la declaración formal de que el proyecto de la Cuarta Transformación (4T) ha echado raíces profundas y su rumbo es inalterable. La asistencia masiva es la prueba irrefutable de un respaldo popular que no admite lecturas tibias ni medias tintas.

La presidenta Sheinbaum, con una estrategia discursiva pulcra, cimentó su liderazgo no solo como heredera legítima, sino como la constructora indispensable de la nueva etapa nacional.


​El eje central de su mensaje fue la continuidad virtuosa con el humanismo mexicano, disipando cualquier sombra de duda sobre una posible desviación. Al invocar la honestidad y lealtad del expresidente Andrés Manuel López Obrador, la mandataria no solo honró al impulsor del movimiento, sino que envió una señal inequívoca a propios y extraños: la unidad de la 4T es su fuerza, y cualquier intento de fragmentación interna o externa será estéril. Su firmeza al declarar "no camino sola, no gobierno sola" subraya la naturaleza colectiva de este proyecto, que se distingue de las administraciones individualistas y elitistas del pasado.

​El blindaje legal de la transformación fue el segmento que demostró el alcance histórico del proyecto. Sheinbaum presentó un andamiaje de reformas constitucionales que son la columna vertebral del nuevo pacto social. Desde la reforma del Artículo 2º para pueblos indígenas, hasta el fortalecimiento del control estatal sobre Pemex y CFE –reivindicando nuestra soberanía energética—, el discurso delineó un programa que está grabado en la Carta Magna.

La prohibición de la "herencia" de puestos y la reforma a la Ley de Amparo fueron destacadas como herramientas frontales para desmantelar los privilegios del viejo régimen, confirmando que la lucha contra la corrupción y las élites sigue siendo un motor moral.

​En el plano de los resultados concretos, la presidenta exhibió cifras que validan la eficacia del modelo. La reducción del 32% en el homicidio doloso y la fortaleza del peso, lograda sin comprometer la estabilidad económica, son datos irrefutables del éxito de su estrategia de seguridad y responsabilidad fiscal.

La mención de 32 millones de familias beneficiadas por apoyos sociales directa e incondicionalmente, reitera la prioridad de su gobierno: la justicia social. Mientras que la consolidación de obras de infraestructura clave como el Tren Maya y el AIFA son los símbolos tangibles de un México que se atreve a soñar en grande y a recuperar su capacidad de desarrollo autónomo.

​Este rotundo respaldo popular es, a su vez, una contundente lección para los críticos. Mientras los medios internacionales como Reuters y El País reportan su alta aprobación, que ronda el 78%, la oposición se mantiene fragmentada y sin narrativa. El mitin del Zócalo no solo consolidó la imagen de una presidenta con absoluto control político y un proyecto claro, sino que también demostró que el “humanismo mexicano” es mucho más que una frase; es una ideología que ha calado en la conciencia nacional, redefiniendo la relación entre el Estado y el ciudadano.


@_Melchisedech

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El gobierno de Estados Unidos publicó la orden ejecutiva de imponer aranceles de 25 por ciento a todas las exportaciones de México a partir de este martes.

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