La oposición PAN, PRI y PRD principalmente, no se dio cuenta de la forma en que permitió al presidente Andrés Manuel López Obrador, adelantar los tiempos electorales y realizar campañas que tanto le gustan.
Esa oposición provocó al tigre lopezobradorista y de inmediato se volcó en las calles en aras de prepararse para el 2024.
López Obrador sabe que no estará en las boletas del 2024 y por ello aprovecha cada momento para seguir haciendo lo que tanto le gusta: campañas electorales.
Y en esa intensa actividad política, le comparte escenario a Sheinbaum, Ebrard y Adán Augusto. Los dos primeros líderes nacionales y el tercero líder regional en Tabasco.
Y es aquí, en donde los liderazgos regionales en los estados cobran una importancia vital para el 2024, porque sinceramente se esperaban más participantes, porque con esos votos, no se gana una elección presidencial.
Nadie le niega a López Obrador tener liderazgo y ser el centro de la marcha que encabezó con sus hombres de confianza, aliados, empleados y acarreados, lo que marcará la agenda política de esta semana.
López Obrador ha demostrado que su gobierno mantiene un poder sobre ciertos sectores de la sociedad.
Y aquí quiero ser muy explícito definiendo el poder, según Weber, como “la imposición dentro de una relación social aún contra toda resistencia y cualquiera que sea fundamento de esa voluntad”, como lo hace AMLO y su gente.
Por cierto: llamó la atención la presencia de dos poblanos de grandes ligas: el gobernador Miguel Barbosa y el líder del Senado de México, Alejandro Armenta.
Barbosa le puso el ejemplo a millones de mexicanos al asistir a pesar de apoyarse en una silla de ruedas. Ese esfuerzo es más valioso por su naturaleza.
Y Armenta, con hechos, le demostró su lealtad al presidente López Obrador. Así de simple.