En su obra Anatomía del Poder, Jhon Kenneth describe que el Poder Compensatorio es aquel que se obtiene mediante el ofrecimiento de una recompensa y pone como ejemplo el que la alabanza sea una forma de este poder.
Quien desee ser parte de este proceso tendrá que demostrar sumisión ante lo que diga, escriba o actúe, pero recibirá a cambio un pago pecuniario.
Una característica importante es que el individuo que se somete, tiene conciencia de su sumisión, como los pseudo periodistas poblanos que sirvieron al viejo régimen y se prestaron a manipular la historia de la información en el pasado reciente.
El gobernador electo Alejandro Armenta ha trabajado en proyectos diversos desde que ganó la candidatura interna a la gubernatura de Puebla por Morena.
Nada le ha quitado sus objetivos y mucho menos lo que hará en su gobierno.
Para fortuna de muchos (as) que lo traicionaron y se mofaron de él, no será un ser rencoroso ni vengativo… simplemente aplicará la ley.
El 98 % de dueños de comunicación, periodistas y pseudo periodistas poblanos, fueron parte de aquella perversa intentona de detenerlo a través de una estrategia ordenada desde la locura del poder que terminó en tragedia porque dejó casos brutales de corrupción que fueron descubiertos tras la muerte de su tirano Miguel Barbosa Huerta.
Pero lo más lamentable fue el daño que el psociópata hizo al perseguir a líderes indiscutibles y empresarios de la sociedad poblana.
La ejecutora mediática de ese perverso plan: Verónica Vélez, quien a la postre fue echada del gobierno de Puebla por alta traición y enfrenta actualmente investigaciones por corrupción ante la ASE. Pero esa es otra historia.
Con una alta voluntad de conciliación Armenta superó todos los vetos del 98 % de los medios de comunicación y logró ganar la candidatura justo el 10 de noviembre del 2024. Se convirtió de inmediato en el Dios de los traidores y aduladores del dinero que se niegan a perder sus convenios millonarios y por los que han entregado su alma al Diablo.
Eran las plumas de Verónica Vélez y Fernando Crisanto, un tipo en plena decadencia moral y física.
Desde entonces matizaron sus gargantas, aunque en la clandestinidad los pseudo periodistas que cobraban en el gobierno de Eduardo Rivera se mostraban escépticos y prendieron sus dos velas por si ganaba el corrupto e inservible Eduardo Rivera.
Armenta nunca perdió la brújula y ganó la gubernatura de Puebla, encontrando nuevos aduladores que se arrastraban por tomarse una foto con él y pedirle una cita.
Incluso el gordito que se acusó cuando perdió su candidato Nacho Mier la candidatura de Morena y que decía que pondría la estructura de los Montero a favor de Rivera se arrodilló como es su costumbre y se acusó de que lo amenazaron, pero un reporte directo de su comportamiento fue comentado directamente a “doble A”.
Otro rufián fue echado de la estación de radio en donde laboraba y se refugió en un libelo electrónico en donde vive en la orfandad implorando perdón por haber ayudado a Mario Riestra y a Lelo Rivera. Esa es otra historia.
Armenta se convirtió en la figura principal de todos los medios de comunicación. Rogaban una entrevista pero en el fondo imploran que no les quiten el dinero que les dejó el oscuro gobierno Barbosista.
El gobernador electo poblano está a un mes de iniciar un nuevo gobierno y la sociedad requiere la justicia que le fue arrebatada por la persecución, el odio y el rencor Barbosista.
Lo mejor de todo, es que Armenta conoce perfectamente que por dinero, el 98 % de los periodistas y dueños de medios de comunicación lo traicionarán. Ellos también han hecho mucho daño a Puebla y en su currículum deben destacar que fueron comprados por dinero del “ser de oscuridad”, quien los pervirtió porque vio su ambición, necesidad y hambre de dinero fácil.
Hoy Armenta está a punto de iniciar un nuevo periodo y tendrá encima los ojos de quienes desean que llegue el 2030 lo antes posible. Entre ellos se encuentran los periodistas de quinto nivel, ex aspirantes y quienes ambicionan manejar 120 mil millones de pesos del presupuesto público.
A él no le quita el sueño la naturaleza humana de la que habla Hobbes y aplica en este escrito: ambición, traición y mentira.