En su magistral obra denominada “Vigilar y castigar”, Michel Foucault explica lo que es un suplicio para los delincuentes que purgan condenas en prisiones.
Y citando a Jacourt, Michel Foucault define al suplicio como “la pena corporal, dolorosa, más o menos atroz”… combinada con crueldad.
El extorsionador Rueda nunca se interesó por leer y comprender que el mismo Foucault escribió que el suplicio es una técnica. Y una pena, para ser un suplicio, debe producir cierta cantidad de sufrimiento.
Y cito esto porque el delincuente Rueda apenas lleva casi 9 meses preso, suficientes para que en dos ocasiones haya intentado quitarse la vida, según me cuentan. Ya no aguanta el sufrimiento…
Falta mucho, mucho más para que el delincuente Arturo Rueda entienda lo que es el suplicio, pero aquí lo explicaremos: la muerte-suplicio es una técnica para retener la vida con dolor y obtener “la más exquisita de las agonías”.
El suplicio impone la cantidad del castigo, la intensidad y duración del sufrimiento.
“Existe un código jurídico del dolor: la pena que está calculada para que sufra de verdad el delincuente, como en el medievo, en donde se taladraba la lengua; se mutilaban las manos y labios o se le destazaba como animal.
El delincuente Arturo Rueda nunca entendió la llamada Ortopedia Moral de la que Foucault se refiere en su obra, porque un delincuente convertido en psociópata no entiende la necesidad de ser ayudado por las instituciones.
Recordemos que en vida el delincuente ha sufrido con su propio cuerpo que incluso le avergonzaba y terminó mutilándolo, razón suficiente para que esté acostumbrado al dolor y suplicio…
PD falta que sea sentenciado también por los delitos de evasión fiscal, lavado de dinero, uso de recursos de procedencia ilícita y delincuencia organizada. Un verdadero delincuente.