Los hombres más poderosos de los últimos gobiernos del PRI y PAN, han sido enviados a centros de readaptación de máxima seguridad, lo que se traduce en una marca de los gobiernos de Morena.

En Puebla, los gobiernos de Mario Marín Torres (PRI), preso en un penal de Quintana Roo, y Rafael Moreno Valle Rosas (PAN), muerto en diciembre del 2018, tuvieron a sus operadores políticos todopoderosos.

En el gobierno de Marín, el vicegobernador durante dos años fue Javier López Zavala, quien desde la Secretaría de Gobernación tuvo la oportunidad de dirigir el destino del gobierno de Puebla tras el escándalo Cacho/Marín.

En ese entonces, el ex mandatario Marín no presidía ningún acto oficial ni hacía giras de trabajo para evitar ser lincharlo políticamente.

Todo recaía en Zavala: licitaciones, adjudicaciones, posiciones políticas, despidos y operación cicatriz dentro del mismo gobierno.

Nada era aprobado sin el visto bueno de Zavala, quien este 21 de julio fue trasladado al penal de Almoloya.

Con Moreno Valle, el poder tras el trono fue Eukid Castañón Herrera, preso en un penal de Durango por múltiples delitos.

Eukid tuvo manos libres para operar negocios, concesiones, obras, nombrar, grillar y quitar funcionarios.

Zavala y Eukid amasaron fortunas incalculables. Fueron todopoderosos y eso los marcó de por vida.

Tuvieron tanto poder tan jóvenes, que el mismo Zavala pudo ser gobernador de Puebla y Eukid fue diputado local y federal por el PAN.

La pesadilla que enfrentan es muy difícil y los analistas políticos creen que es una forma del nuevo régimen político de enviar señales de mano dura contra los políticos opositores que han incurrido en delitos.

El costo que pagarán por haber ejercido el poder es muy alto, tanto, que nadie quisiera vivir en sus zapatos.