Se llama Humberto Aguilar Coronado y es el tonto útil del presidente del PAN nacional Ricardo Anaya.
Su constante mediocridad lo ha llevado a perder la dignidad.
Después de ausentarse 6 años de Puebla, intenta ser el defensor de tres panistas igual de mediocres que él.
Juran quienes lo conocen que su locura se agravó porque se acabó el dinero que le dió el morenovallismo cuando vendió su alma.
Desde entonces, las colegiaturas, la despensa, gasolina, telefonía, viajes, comidas, ropa, relojes, bolsas y joyas de su mujer, entre otros, son impensables para este mercenario político.
Y es que su paso por Puebla siempre fué un fracaso.
Como Secretario de Gobernación del Ayuntamiento de Puebla en 1996, permitió todo tipo de corrupción con los ambulantes hasta que fue cesado de su cargo con los ojos llorosos.
Y como diputado y senador aprendió a vivir como los parásitos. Jamás hizo algo admirable. Solo cobraba.
Lo cierto es que en el PAN la purga no cayó nada bien a quienes estaban acostumbrados a vivir del presupuesto público sin aportar algo positivo.
El caso más representativo es el de Aguilar Coronado, quien es panista cuando le conviene y hay dinero y negocios de por medio.
Si no hay dinero, entonces se dice "ciudadano".
El empleado del promiscuo Santiago Creel vino a desatar los demonios en la banda ciudad de ángeles.
Y eso lo tendrá presente muy pronto Ricardo Anaya.
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