La destitución de Alejandro Flores León, como Juez de Cholula, debe entenderse como el fin de la impunidad y privilegios que solapó el PRIAN en el Poder Judicial.
El Juez “patito” que usurpó funciones y falsificó documentos durante 30 años, siempre gozó del compadrazgo y protección de hombres de poder, hasta que la suerte se le acabó porque comenzó a apestar a corrupción.
Y tuvo que ser el mandatario Miguel Barbosa, quien acabó con esa complicidad, en aras de lo congruente que ha sido en el combate a la corrupción en su gobierno.
Cuentan que un corrupto personaje cuya oficina se encuentra en una de las torres JV, alardeaba en sus acostumbradas borracheras, su amistad con el mandatario y gritaba que su corrupto amigo, el juez falso, se quedaría porque gozaba de su protección.
El miércoles ese corrupto sujeto recibió dos reveses: su protegido fue echado del Poder Judicial y el Congreso estatal eligió a Gilberto Higuera para dirigir la Fiscalía durante 7 años.
El corrupto aventó teléfonos, se emborrachó, se metió una línea de “coca” y maldijo a quien le tuvo confianza y ya se la quitó.
Regresando al cese del corrupto juez, me queda claro que en plena 4T, la corrupción no será el cancer al que nos acostumbraron y educaron. No será más parte de nuestra cultura cotidiana.
Ni jueces, ni secretarios, ni legisladores ni hombres de negocios, se salvarán de la cruzada anticorrupción que tanto adoran.