Un mensaje muy claro que dejó el aspirante del PRI a la presidencia de México durante su paso por Puebla, José Antonio Meade, es que el candidato a la gubernatura será Juan Carlos Lastiri Quirós, subsecretario federal de la Sedatu.
Los intercambios corporales y lingüísticos entre ambos personajes son suficientes para entender que en el ánimo de quien impuso a Meade se encuentra primero Lastiri, después Lastiri y al último Lastiri.
Los demás tendrán que repartirse alcaldías, senadurías, diputaciones federales, locales y regidurías. Nada más.
Por ejemplo: el aún delegado del IMSS
Enrique Doger Guerrero, en realidad aspira ser candidato a alcalde. No le alcanza para más.
En la alcaldía Enrique puede encontrar recursos y negocios. Lo que le gusta pues.
Lo cierto es que la clase política priista debe entender, le guste o no, que Meade será el candidato del PRI a la presidencia de México.
Y eso incluye que lo deben arropar con todo y que jamás haya estado cerca de ellos o desde sus posiciones los haya hundido más en la miseria.
Por cierto: si un empresario puede presumir sus relaciones con Meade es el diputado José Chedraui Budib, quien le organizó al candidato priista una comida con 50 empresarios poblanos.
Chedraui tiene amarrada una posición política para el 2018 y eso incluye también la alcaldía de Puebla.