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La vida dentro del Centro Federal de Readaptación Social número 1 “es muy canija”. Esta expresión coloquial sintetiza la dureza de cómo viven los presos considerados de alta peligrosidad en el interior del penal de máxima seguridad conocido como El Altiplano.
De acuerdo con el abogado José Rojo –quien representa a dos personas recluidas en ese centro penitenciario–, las principales dificultades que enfrentan los presos son las reducidas raciones de comida y la atención médica, la cual, aseguró en entrevista con Excélsior “deja mucho que desear”.
A estas condiciones se suman las limitaciones para acceder al aire libre: los internos cuentan con breves lapsos para tomar el sol o caminar y lo hacen en patios de dimensiones mínimas en grupos por cada uno de los ocho bloques que tiene el penal, con 200 reos cada bloque.
A la situación que viven los presos del Cefereso número 1 se suman la obsolescencia de los sistemas de seguridad, que, de acuerdo con fuentes del gabinete de seguridad nacional, necesita una inmediata inversión para la reconfiguración de los sistemas de seguridad electrónicos, videovigilancia, escáneres, entre otros mecanismos.
De acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de 2019, se destinaron 131 millones 12 mil 948 pesos para la ampliación de instalaciones del Centro Federal de Readaptación Social No. 1 Altiplano: infraestructura de las áreas administrativas, técnicas y complementarias, para su correcta operación, a efecto de que las instalaciones sean utilizadas conforme a su población.
El Altiplano fue planeado durante el sexenio del presidente Miguel de la Madrid (1982-1988) y construido e inaugurado en 1991, durante la administración de Carlos Salinas de Gortari.
El Altiplano –que alguna vez fue identificado como Almoloya– es el sitio donde Hernán Bermúdez Requena, el exsecretario de Seguridad Pública del estado de Tabasco, en la administración de Adán Augusto López Hernández y Carlos Merino Campos, ha pasado las últimas cinco noches, ingresó ahí el jueves 18 de septiembre de 2025.
El abogado Rojo dijo que él tiene clientes a los que se refiere como “PPL’s”, que significa personas privadas de la libertad, en el penal de Chiapas, que dio servicio en el de Ramos Arizpe, Coahuila, y actualmente visita El Altiplano “y todos coinciden en que la atención médica y las raciones de comida son un factor negativo”.
El abogado defensor mencionó que sus representados en El Altiplano le han dicho “que es muy especial ese penal; tiene mucha seguridad; a las PPL’s los tienen por bloques, por secciones y tiene pocas personas en cada bloque, precisamente para estar al pendiente de ellos, para vigilarlos en todo momento”, dijo.
Los bloques y las secciones en donde son ubicados los presos a su ingreso, corresponden a 15 días de exámenes psicológicos, médicos, conductuales donde el Comité Técnico los clasifica, a fin de mantener un orden, principalmente para que no haya liderazgos que pongan en riego la seguridad del penal.
POR SEMANA 10 MINUTOS DE TELÉFONO
Mencionó Rojo que El Altiplano –el penal del cual escapó Joaquín El Chapo Guzmán el 11 de julio de 2015, por un túnel de kilómetro y medio de longitud– es sin embargo un lugar repleto de cámaras de videovigilancia, como si fuera el foro de un reality show.
"Al lugar donde uno entre hay cámaras, incluso en los locutorios donde no debía de haber por la privacidad cliente-abogado, hay cámaras; las autoridades del Cefereso argumentan que nada más tienen video y no audio, que no te escuchan, pero no les creo”, dijo Rojo.
En julio de 2014, 16 meses antes de su fuga por el túnel, El Chapo Guzmán y Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, fueron los líderes de una huelga de hambre de mil presos de cinco módulos de la prisión, bajo el argumento de violaciones a sus derechos. La queja de los presos fue que no les daban atención médica apropiada ni medicamentos; que estaban impedidos de comprar productos en la tienda y que como preámbulo a la huelga de hambre más de 20 internos se intoxicaron por consumir pollo echado a perder.
En la lista de presos de mayor impacto mediático que han estado en El Altiplano se cuenta al general Jesús Gutiérrez Rebollo, el primer zar antidrogas del gobierno; el narcotraficante Rafael Caro Quintero, ahora preso en Estados Unidos; Daniel Arizmedi, El mochaorejas, secuestrador sanguinario.
También el narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, El señor de los cielos; Miguel Ángel Félix Gallardo, fundador del cártel de Guadalajara; Israel Vallarta, acusado de secuestrador y liberado recientemente; Luis Cárdenas Palomino, jefe policiaco del equipo de Genaro García Luna.
El empresario de origen chino Zhenli Ye Gon, que le encontraron un enorme cuarto lleno de dinero en efectivo; el narcotraficante del cártel de Sinaloa Héctor El Güero Palma; Servando Gómez Martínez, La Tuta; Mario Aburto, el asesino de Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Como parte de las dificultades que tienen los presos de El Altiplano en la cotidianidad –a diferencia de penales estatales– están las llamadas telefónicas a las que tienen derecho.
"Como abogado de un PPL se hace un trámite ante trabajo social; Trabajo Social da de alta los números de los abogados a los que el PPL quiere llamarle y también tiene registro de los números de la familia. Y les dan 10 minutos de una llamada telefónica con sus abogados, cada semana”.
El abogado defensor también fue consultado sobre el manejo de dinero en efectivo entre los reclusos dentro del Cefereso.
"A un lado de Trabajo Social hay unas ventanillas específicas donde se puede dejar depositado el dinero y eventualmente los materiales, en caso de que alguno de ellos haga alguna artesanía ahí dentro, madera, cuero, lo que necesiten de materia prima se deja en un sitio que las autoridades le llaman aduana, ahí revisan todo y si pasan ya los meten al interior, y si no los regresan. Con el dinero los PPL’s pueden comprar cosas de aseo personal y algunos refrescos también pueden comprar dentro”.
MUY COMPLEJO, ENTRAR A LOCUTORIOS
El Cefereso número 1 está en territorio del municipio de Almoloya de Juárez, a 25 kilómetros de la capital del Estado de México, Toluca. Tiene capacidad para 800 prisioneros. El penal ocupa 260 mil metros cuadrados en un lugar que prácticamente todo el año tiene un clima frío, lo que lo hace aún más difícil de vivir.
Tanto el abogado José Rojo, como Gabriel Regino, que fue el abogado defensor de Uriel Carmona, quien fue fiscal del estado de Morelos y fue internado en El Altiplano, contaron sus respectivas experiencias para entrar a las instalaciones penitenciarias a entrevistarse con sus clientes.
Tanto Gabriel Regino, como José Rojo calificaron como “muy complejo” entrar a las instalaciones de El Altiplano, porque hay que pasar seis aduanas.
Dijeron que para acreditarse como abogado de un PPL se tiene que llevar el nombramiento, la cédula profesional, acta de nacimiento, comprobante de domicilio, identificación de su vehículo y entregarlos en Trabajo Social.
"Después de que fueron entregados ellos le dicen a uno que marcan por teléfono para ver si el Comité Técnico ya te autorizó que pudiera ver a tu representado”.
Dijeron que, si los abogados defensores cumplen “con todos los requisitos, honestamente sí te llaman y te dicen: ‘Licenciado, usted ya puede ingresar a partir de tal fecha…’. Cada abogado tiene que programar las citas por teléfono, porque no pudes ir a la hora que quieras. Tienes que ir el día y a la hora que ellos te dicen”.
También se refirieron al trámite para entrar al penal de El Altiplano que “es un poquito engorroso, porque cuando es la primera vez se presenta uno en Trabajo Social; ahí te toman fotos para el registro en la bitácora y una supervisión hasta del color de ropa con el cual no se puede entrar, deben ser colores asimétricos. No se puede entrar con nada, ni joyería, ni llaves, ni teléfonos; de ahí te pasan a la oficial de enfrente, de la oficial de guardia donde te vuelven a registrar; te quitan tu cédula profesional y te entregan un pase.
"Y ese pase se tiene que entregar en el primer filtro o aduana que está a escasos 20 metros, que es una oficinita, y ahí te hacen otro chequeo: pasan por un escáner las propiedades que lleves y te hacen otro registro.
HACEN QUE SAQUES TODO DE LAS BOLSAS
"De ahí –sigue el relato de los abogados–, sales y caminas unos 300 metros para entrar a otra revisión. No hay cacheo físico, sino que se hace con los detectores Garret –que son como un tipo de paletas–; son dos revisiones con Garret y después se entra a una tercera revisión con Garret, que ya es un lugar más amplio y con más tecnologías.
Porque ya después de que te dejan pasar hay unas puertas con seguridad extrema, con barrotes como de una pulgada de grueso que se abren de manera electrónica”.
Las revisiones por las que tiene que pasar los abogados sigue: “Después de ahí pasas al escáner de cuerpo; ahí obviamente te revisan por completo, sales y pasas a otra área, a unos diez metros donde te revisan las manos para ver que no lleves alguna sustancia ilícita.
"Te pasan un papelito donde te frotas las manos y revisan a través de una máquina y si todo sale bien, te dan una ficha y pasas al área de cacheo, como le llaman ellos, no te tocan pero si hacen que tú mismo te revises: que saques las bolsas de los pantalones, de la camisa, y también te revisan muñecas, cuello y tobillos; prácticamente ahí se acaba el registro, lo que sigue es llegar a locutorios y en locutorios lo que hacen es volver a revisarte con el Garret y vuelven a revisar bolsillos y tobillos”.
Rojo se refirió a que, si a alguno de los abogados se le ocurre salir del locutorio después de haber pasado el último filtro, para ir, por ejemplo, a los servicios sanitarios, por cualquier otra cosa, “hay que volver para ser revisado de nuevo y poder regresar al locutorio”.
El locutorio al que llegan los abogados con sus respectivos clientes son espacios muy reducidos, donde apenas cabe una silla. “Si alguien sufre de claustrofobia, la verdad que el lugar es para traumarse”, dijo Rojo.
En una primera entrevista, los abogados concluyen su narración, tienen un pase especial de 30 minutos y una vez que el Comité Técnico aprobó a la defensa, las sesiones son de 90 minutos por PPL. Las citas entre los internos y sus abogados no pueden ser consecutivas en días, sino que se dan una vez a la semana o cada quince días.