Ha llegado el momento de la unidad. El presidente de la República de México, Enrique Peña Nieto, llamó a sus ciudadanos a superar sus “diferencias y agravios” para afrontar esa puerta incierta que se llama futuro. En un mensaje a la nación con motivo del cuarto aniversario de su llegada el poder, Peña Nieto centró en la unidad (12 veces repitió el concepto) su respuesta ante el enorme y agotador desafío que Donald Trump supone para México e insistió en su intención de establecer una “relación constructiva con Estados Unidos”.
Durante el discurso, de siete minutos, no hizo mención expresa al magnate. Tampoco hacía falta. La llegada del vociferante republicano a la Casa Blanca, ha trastocado todos los planes de México. Sus promesas de construir un muro y estrangular económicamente a su vecino del sur han despertado el recuerdo de las peores crisis. No hay día en que el peso no se tambalee y los analistas ya advierten del riesgo de recesión. Mucho más que un espectro o una pesadilla, el magnate estadounidense es ya una realidad asfixiante para México. Un monstruo que amenaza con devorar años de lenta prosperidad.
Ante este escenario, el presidente se exhibió firme y seguro. Sobre un fondo de banderas estatales, Peña Nieto dirigió a sus ciudadanos un discurso emotivo, que buscó la fibra patriótica, la fuente natural del valor mexicano. “Nuestra historia nos recuerda que cuando no hemos estado unidos, el país ha sufrido desastres que dejan cicatrices dolorosas. La desunión provocó la pérdida de la mitad de nuestro territorio. La desunión condujo a la imposición de un emperador extranjero, ajeno a nuestra vocación republicana. La desunión ocasionó una revolución de años, que causó un millón de muertes y una destrucción que tomó décadas recuperar”, dijo.
Frente a este panorama trágico, Peña Nieto ofreció una mirada optimista al porvenir y se comprometió a defender la dignidad de los mexicanos “donde quiera que residan o se encuentren”, en una clara alusión a los millones de compatriotas que viven y trabajan en Estados Unidos. “Hasta el último día seguiré trabajando al lado de todos ustedes para que cada mexicano pueda construir su propia historia de éxito”, concluyó.
Su discurso, breve y elaborado, marca la línea que seguirá el Gobierno ante el vendaval que se avecina en los dos próximos años. Por un lado, el intento de negociar con Trump para evitar males mayores, y por otro, apelar a la cohesión interna frente a la presión exterior. El éxito de la tarea dependerá en gran medida del futuro presidente de Estados Unidos. Un político tan imprevisible como explosivo.