Por la desaparición o la debilidad de sus tradicionales vendedores colombianos de cocaína, como la guerrilla comunista de las FARC, los cárteles del narcotráfico internacional de México desplegaron un mayor número de mexicanos en Colombia para comprar drogas, porque enfrentaron líos para garantizar el suministro de sustancias ilícitas a Estados Unidos: en vez de trabajar con un solo proveedor capaz de suministrarles 10 toneladas, ahora tienen que encontrar 10 diferentes que les entreguen una cada uno.
Pese al complicado escenario, "los mexicanos están cada vez más presentes en los laboratorios de cristalización, donde hacen control de calidad, para asegurarse de que la cocaína que están comprando sea de la más alta pureza".