A Adán Domínguez siempre lo he nombrado como el conserje del Ayuntamiento de Puebla porque carece de una trayectoria profesional y carrera política destacadas.
Jamás ha destacado en algo que lo lleve a la gloria del respeto y la honra.
Es un personaje al que su socio y cómplice Eduardo Rivera lo impuso como su sustituto sin méritos suficientes más que entregar parte de las extorsiones y negocios turbios que traía Eduardo desde su administración con proveedores, contratistas y dueños de establecimientos comerciales, principalmente los giros negros y los bares en donde se vende droga y alcohol adulterado.
Hoy que se encuentra en medio del escándalo, tras quebrar las arcas municipales sin que se vean resultados de su gobierno, vale la pena exigirle a los gobernadores Sergio Céspedes y Alejandro Armenta, que actúen con todo el peso de la ley porque a todas luces, el conserje heredará una ciudad invadida de corrupción.
Armenta ya prometió a los poblanos justicia sobre este caso. Vale la pena que Céspedes inicie con la integración de las carpetas de investigación.
Durante muchos meses, el promiscuo conserje no dormirá tranquilo porque sabe que vienen tiempos difíciles por los diversos desfalcos cometidos.
Muy lejos quedaron los días de parrandas y amoríos prohibidos que sostenía con cuanta empleada se le atravesaba. Ahora vendrá el infierno del que se burlaba cuando decía que su socio lo protegía porque le reportaba lo suyo.
El promiscuo conserje enloqueció porque no estaba preparado para una responsabilidad de tal magnitud, su inmadurez y ambición fueron sus peores consejeras.
Cada segundo que pasa, el promiscuo hombre lamentará haberse burlado de la inteligencia de los poblanos que hoy lo ven como un corrupto más.
Increíblemente dejará un municipio destrozado y endeudado, mientras se lleva cientos de millones de pesos para seguir la parranda con sus compañeras enamoradizas.
Ya se ve que la dignidad es una palabra que desconoce este inmoral ser.
Sus redes sociales reflejan su preocupación porque no ha subido nada de información sobre sus actividades como conserje.
El muerto comienza a apestar.