Cuando salió después de estar preso 14 meses por el delito de extorsión, el delincuente Arturo Rueda no pudo adaptarse a ser señalado como un delincuente con beneficios legales.
Por eso culpó a todo el que se le atravesaba en su camino y se ufanó de sus supuestos triunfos legales. El Fiscal Higuera, jueces y el mandatario Céspedes fueron sus víctimas.
Hoy duerme nuevamente en el chiquero que le corresponde y deberá pagar la condena de casi tres años que le fue impuesta; es decir, pasar en prisión ese periodo.
Faltan otras carpetas por los delitos de uso de recursos de procedencia ilícita, lavado de dinero, evasión fiscal y delincuencia organizada, más lo que se acumule.
Rueda es un peligroso delincuente, pero es más miserable y por eso debe purgar prisión para ya no hacer daño a la sociedad.
Lo que describe Michel Foucault en su obra Vigilar y castigar, es apenas lo que merece este perverso delincuente que se burla de la justicia.