Me cuentan que la tarde-noche del 1 de febrero, el Partido Acción Nacional (PAN), decidió romper la alianza con el PRI para la candidatura a la alcaldía de Puebla.

Los jaloneos y presiones llevaron a decidir que el PAN vaya solo con su candidato Eduardo Rivera, quien llevará mano en media planilla y el resto será para el CDE del PAN.

Los panistas no creen en el PRI porque les perjudica una alianza con el corrupto tricolor.

Será la primera ocasión que se enfrenten dos personas por segunda ocasión para competir por el mismo cargo, toda vez que la abanderada de Morena a la alcaldía de Puebla será la presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera, quien derrotó al panista en el 2018.

El hecho es histórico porque estará en juego también la mayoría en el Congreso local y las alcaldías metropolitanas gobernadas por mujeres señaladas de incurrir en actos de corrupción.

Sabemos que Claudia no es la candidata que quisiera el mandatario Miguel Barbosa, pero si Morena (Claudia) pierde la capital, perderá las diputaciones locales y federales de la capital.

Y eso pone en riesgo la gobernabilidad del Barbosismo.

En el 2018, Rafael Moreno Valle abandonó a Eduardo Rivera y solo operó para robarse la elección a favor de Martha Érika Alonso.

Y con la modificación a la ley electoral que permite la reelección en alcaldías y diputaciones, Claudia tiene la oportunidad de repetir en el cargo al buscar reelegirse.

Por cierto: con la presencia de Eduardo Rivera Santamaría, serán 3 los candidatos que lleven el apellido Rivera.