A punto de ser despojado del trono que quería heredar sin méritos y con total carencia de oficio político, el diputado Gabriel Biestro confirmó que quiere ser alcalde de Puebla por Morena.

El escenario que utilizó para anunciar muy tarde sus sueños fue la desprestigiada televisora de Emilio Azcárraga Jean, la que da noticias sesgadas desde plataformas desprestigiadas, con nula credibilidad, la que paradójicamente detestan los llamados “Chairos”.

La reacción de sus asesores fue cuatro días después de que el senador Alejandro Armenta anunció que buscará la alcaldía de Puebla, lo que hizo enloquecer y tropezar a Biestro y sus empleados.

El origen de la desgracia de Gabriel Biestro es porque tomó como vacaciones los dos valiosos años que el gobernador Miguel Barbosa lo empoderó, porque todos sabían que era el hijo político al que debían cumplirle lo pactado.

Hoy el tiempo lo alcanzó con noticias y cifras nada favorables, porque sabe que tiene perdida la contienda y su carrera política sufriría un duro revés, está en plena agonía...

Ya sea contra Claudia Rivera, Alejandro Armenta o el panista Eduardo Rivera, el líder del Congreso no ganará la elección porque no quiso recorrer calles, colonias ni juntas auxiliares; tampoco hacer alianzas. Encontró desde el quehacer legislativo el confort que da el poder.

Biestro es bueno y excelente, si; pero como activista político para pegar propaganda en los postes, ir a mítines y grillar a sus enemigos. No más.

La agonía de Biestro será tan larga porque lo enviarán a la la Secretaría de Gobernación, aquella dependencia que es una tumba disfrazada de premio de consolación.

Por cierto: los dos años que tuvo en su poder al comité estatal de Morena, pasaron como escuela nocturna, porque no aprendió las clases.