Debo aceptar que los candados que se rompieron en el PRI durante su XXII Asamblea Nacional, son una perfecta estrategia para atraer a la sociedad. Nada más.

Finalmente, el dedo mayor, entiéndase Enrique Peña Nieto, pondrá candidato del PRI a la Presidencia de la república, como lo marcan los estatutos no escritos del presidencialismo priista.

El PRI está muy lejos de ser incluyente y democrático, pero sus estrategas mediáticos recomendaron eliminar el candado de los 10 años de militancia para su candidato a la Presidencia. Todo para engañar y atraer a la sociedad.

Para atrapar a las generaciones jóvenes, el PRI también propone entregar el 10 por ciento de sus candidaturas a este sector. Muy buen golpe mediático para atrapar -insisto-, a quienes están deseosos de acceder al poder.

Y por si fuera poco, el PRI también puso un alto a los legisladores plurinominales como Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones que saltan del Congreso de la Unión a la Cámara de Senadores sin sudar, tener contacto con las bases o tampoco recorren las calles.

Mención especial merece los falsos sistemas anticorrupción que el PRI impuso para evitar casos como los ex gobernadores Roberto Borge de Quintana Roo; Tomás Yarrington de Tamaulipas y Javier Duarte de Veracruz.

Y es que el PRI ha sido el principal incubador de gente que se ha hecho rica tras llegar al poder.

Hoy el PRI dice combatir la corrupción, pero le creeremos cuando públicamente pida que se inicien procesos penales en contra de todos sus ex presidentes, ex gobernadores, ex servidores públicos e incluso los familiares de estos que se han visto beneficiados por el corrupto sistema gubernamental que el PRI nos ha heredado.

El Dinosaurio se niega a morir y sus huestes necesitan una vacuna para aletargar su extinción.

Para el PRI soplan vientos muy difíciles por el impresionante avance y crecimiento de Morena.