Se necesita ser muy ruin para afectar con dolo a millones de personas que viven en Puebla, la cuarta ciudad más importante de México.
Se necesita estar desequilibrado mental para burlarse de la desgracia de esos millones de poblanos que son afectados por la incompetencia de quienes tienen la obligación de otorgar servicios públicos con el dinero del pueblo.
Pero se requiere un alto grado de perversidad para disfrutar el daño económico que provocan a millones de automovilistas, las condiciones en las que se encuentran las calles de Puebla, llenas de baches que el inepto conserje municipal Adán Domínguez, se niega a reparar.
En corto y a sus cómplices, el títere de Eduardo Rivera ha confiado que no reparará las calles porque los poblanos no apoyaron las aspiraciones políticas de su socio y jefe.
Esa es la forma y el fondo del valemadrismo de un tipo que jamás se preparó para llegar a donde lo impuso su socio.
El daño causado a los poblanos es de varios cientos de millones de pesos porque no solo han resultado dañados varios vehículos, sino el Ayuntamiento incurre en omisión al no desazolvar las coladeras y el alcantarillado de la capital, para evitar inundaciones como las que se han presentado.
A Adán Domínguez no le importan los poblanos ni la ciudad, solo los negocios y las consortes que le creyeron que las haría grandes.
Por si fuera poco, este ambicioso sujeto ya desfalcó el recurso que se había comprometido a dejar al gobierno de Pepe Chedraui y que alcanzaba los 600 millones de pesos.
Es claro que el corrupto conserje quiere robarse hasta el último centavo porque sabe que vivirá oculto durante años o el resto de su miserable vida. El daño que ha hecho a nuestras propiedades es mayor al eufemismo con el que me recuero a su vida.
Se va el títere, quien le entregó siempre su participación $$$$$ a su jefe y socio, por eso el desaseo es mayúsculo y la corrupción supura.