Saturnino fue un perseguido político más del Barbosismo por supuestamente tener vínculos con “El Toñín”, sin que se le haya demostrado nada.
El también ex legislador es un operador político con gran influencia en la región de Tecamachalco y tiene el respaldo de grupos sociales con influencia.
Saturnino ha sido liberado igual que otros presos políticos, porque al gobernador Sergio Céspedes le interesa mostrar una real reconciliación con los sectores sociales y no continuar con la política de terror implementada por su antecesor.