El Instituto Nacional de Migración (INM) atendió a mil 84 extranjeros que fueron víctimas de secuestro en México entre enero de 2013 y mayo de 2017, revelan cifras de la dependencia federal entregadas a este medio vía la ley de transparencia.
De acuerdo con los datos, 2014 fue el año con más personas apoyadas por la dependencia federal al sumar 697 casos, seguido del año 2016 en los que se atendió a 168 extranjeros. Un 90% de los afectados llegó de Honduras, El Salvador y Guatemala, aunque algunos provienen de lugares tan distantes como India, Macedonia y Nigeria. El perfil de las víctimas corresponde en su mayoría a hombres jóvenes y adultos, aunque uno de cada cuatro es menor de edad y tres de cada diez son mujeres.
El 85% de estas personas fue liberado en Tamaulipas, estado donde operan Los Zetas, dedicados al secuestro de inmigrantes indocumentados como parte de su actividad criminal. Y la cifra podría ser más alta ya que muchos extranjeros, en especial los que entran a México de manera irregular, no denuncian por el temor a ser expulsados dado su estatus de indocumentado. Hay también quienes nunca son rescatados.
Con la entrada de Los Zetas en 2008 al negocio criminal, los secuestros masivos a lo largo de la ruta del tren conocido como “La Bestia” y el uso de la violencia física extrema se convirtieron en la nueva expresión de agresión en contra de los migrantes. Es estos casos, seña- la el experto, los montos de los rescates superaban los tres mil dólares en promedio.
Y ahora que los migrantes viajan con menos frecuencia en tren, son capturados en pequeños grupos o individualmente en autobuses, estaciones de autobuses y hoteles por medio de la fuerza o mediante engaños, indica el informe “Un camino incierto” publicado en 2015 por la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), la organización Fundar y siete organismos más que defienden los derechos de los migrantes que transitan por México.
Lo único que no ha cambiado es la brutalidad con la que estos son tratados por sus captores.
“Las víctimas son llevadas a ‘casas de seguridad’ por varios días y obligadas mediante amenazas, golpes y a veces recurriendo a la tortura a proporcionar los números de teléfono de sus familiares en los Estados Unidos o en Centroamérica, a quienes luego se les pide enviar dinero, a veces miles de dólares, a través de un servicio de transferencia de dinero como Western Union o MoneyGram.
Una vez secuestrados, los migrantes también pueden ser obligados a trabajar de forma permanente o hasta que los delincuentes consideran que han trabajado lo suficiente para cruzarlos a los Esta- dos Unidos. En otros casos, pueden ser asesinados si sus familiares no pagan el rescate”, alerta el estudio de las organizaciones civiles.