Alrededor del 80 por ciento de las infecciones graves ocurren en menores de dos años. En México, a partir de la vacunación obligatoria, disminuyeron significativamente los casos de enfermedades prevenibles, como polio, sarampión y viruela. No obstante, Haemophilus influenzae continúa siendo un patógeno de infecciones en edades pediátricas, como otitis, sinusitis, conjuntivitis, bronquitis y meningitis.
A pesar de la existencia de una vacuna contra el mismo, el antígeno solo protege contra el serotipo b. Es así como Alejandro Carabarin Lima, profesor investigador del Instituto de Ciencias de la BUAP (ICUAP), incursiona en el desarrollo de una vacuna para proteger a los infantes de este organismo comensal, tanto de cepas capsuladas como no capsuladas, que se encuentra en el tracto respiratorio de los humanos.
Desde 1931 se conocen seis serotipos capsulares, a, b, c, d, e y f. La cápsula evita el reconocimiento de la bacteria por el sistema inmune, por lo que este tipo representa el mayor factor de virulencia, causando enfermedades sistémicas, como presencia de bacterias en la sangre y septicemia (complicación de una infección). Además, hay serotipos no capsulados que provocan enfermedades localizadas; sin embargo, en años recientes se ha demostrado que H. influenzae no capsulado también produce infecciones sistémicas.
Ante la duda de cómo este patógeno no capsulado evade la respuesta inmune para llegar al torrente sanguíneo, el nivel I del Sistema Nacional de Investigadores propuso que este bacilo podría utilizar a una proteína denominada enolasa, para adherirse, invadir y diseminarse en el organismo.
“Observando la respuesta que tiene la enolasa en Trypanosoma cruzi (parásito que desencadena la enfermedad de Chagas), buscamos si esta misma enzima tendría una participación similar en la patogénesis de H. influenzae”.
Desde hace tres años y en colaboración con la doctora Rosa del Carmen Rocha Gracia, del Centro de Investigaciones en Ciencias Microbiológicas del ICUAP, Carabarin Lima indaga en el desarrollo de una vacuna eficaz contra los serotipos capsulados y no capsulados de Haemophilus influenzae.
A partir de ADN de la bacteria, el gen que codifica a la proteína enolasa se clonó, expresó, purificó y se realizaron ensayos para observar su probable respuesta inmune. “Las pruebas in silico (por computadora) demostraron que esta proteína presenta regiones que podrían ser reconocidas por el sistema inmunitario (linfocitos T y B), llamadas epítopes, para generar una respuesta
Este mismo resultado se está comprobando experimentalmente en modelos animales (murinos). El siguiente paso será probar la efectividad de la vacuna contra los diferentes serotipos.
El desarrollo de un antígeno implica una fuerte inversión económica, ya que se trabaja biología molecular e inmunología en modelos animales. Asimismo, la obtención de resultados es un proceso lento que depende del comportamiento de los ejemplares.
“Estamos en la fase inicial de la investigación. Tenemos que caracterizar totalmente la respuesta inmune y validar las poblaciones celulares que se generan, así como las citocinas inducidas (proteínas que regulan la función de las células que las producen sobre otros tipos celulares). Lo anterior, conllevará a conocer el mecanismo de protección inmunológico generado por la vacuna”, expuso Alejandro Carabarin Lima, integrante del Cuerpo Académico BUAP-CA-98 “Interacción Microorganismo Hospedero”.