Lunes, 18 Diciembre 2017 14:28

EEUU apunta a China y a Rusia como "enemigos" en su nueva Estrategia de Seguridad Nacional

Escrito por Redacción

Donald Trump ha vuelto a poner las consideraciones de política interna al frente de su política internacional. Así parece demostrarlo la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, que ha presentado este lunes por el presidente de EEUU, y que marca los principios generales de la política exterior y de seguridad de la primera potencia mundial.


En esta nueva versión de la Estrategia, Trump arremete contra China y Rusia, a quienes llama "competidores estratégicos" de EEUU -una expresión, de hecho, acuñada por el Gobierno de Barack Obama y más suave que "rivales estratégicos", que empleaba George W. Bush- y a los que acusa de tratar de minar la prosperidad de EEUU por medio, entre otras prácticas, del robo de tecnología.


Pero, a cambio, las referencias a cuestiones puramente estratégicas, como Corea del Norte, Irán, Oriente Próximo o, incluso, la expansión territorial de Rusia en Ucrania y de China en el Pacífico, quedan en un muy segundo plano. El hecho de que Trump haya presentado el documento en un acto de la máxima relevancia pública, indica el carácter político de un documento que normalmente solo tiene relevancia para la burocracia de Washington.


De hecho, la Estrategia es, como ha declarado la propia Casa Blanca, una celebración del "realismo" en Relaciones Internacionales. El Realismo, que fue ideado por Hans Morgenthau -un alemán que escapó del Holocausto a través de España y desarrolló la mayor parte de su carrera como politólogo en Chicago- propugna que los países deben definir sus propios sistemas de gobierno internos sin ningún tipo de interferencia externa, y que las relaciones internacionales son solo relaciones de poder entre diferentes Estados. Desde los años 70, esa teoría ha cedido terreno a otras, como el estructuralismo o el liberalismo, que afirman que en política exterior hay instituciones -como alianzas políticas o relaciones internacionales- que hacen que esa idea de que los estados son independientes no se dé en la realidad. Aun así, el realismo sigue teniendo grandes defensores, entre ellos, paradójicamente, dos de los mayores críticos de Donald Trump, Kenneth Waltz (de Harvard), y John Mearsheimer, de Chicago.


Éstos son los principales puntos del documento:

Economía.

Es el eje de la Estrategia de Seguridad Nacional. El mercantilismo del Gobierno de Trump -similar, aunque más exagerado, que el de la Alemania de Angela Merkel- se ve en las 67 páginas del texto, en las que las referencias al bienestar y ala prosperidad estadounidenses son constantes. Las referencias a la política exterior y de seguridad quedan así sometidas a la política doméstica, en particular a los aspectos más populistas de la agenda del presidente, como la revitalización de la presuntamente pérdida competitividad estadounidense.

China y Rusia.

El documento viene a presentar a China como el principal enemigo de EEUU, lo que no deja de ser curioso dada la excelente relación que Donald Trump tiene con el presidente chino, Xi Jinping, y con el hecho de que el nuevo presidente haya cancelado en la práctica la política de Obama de oponerse a la expansión de las aguas territoriales chinas en el Mar del Sur de China, lo que en la práctica está entregando a Pekín el control sobre 2,5 millones de kilómetros cuadrados (una superficie equivalente a cinco Españas). El otro gran competidor de Estados Unidos es Rusia, algo todavía más sorprendente dado el hecho de que ese país, junto con Israel, es prácticamente la única nación del planeta a la que Trump no ha criticado. En materia económica, la Estrategia de Seguridad Nacional pone a China y a Rusia como "potencias revisionistas", que "se han hecho adeptos a operar justo en el umbral de los conflictos militares abiertos y en las fronteras del Derecho Internacional". Ambos países "están determinados a hacer sus economías menos libres y menos justas, y a controlar el flujo de información y datos para reprimir sus sociedades y expandir su influencia". Sin embargo, el texto es mucho más claro -y amenazador- en relación con China que con Rusia, ya que acusa a Pekín de robo de tecnología en EEUU para compensar sus propias carencias en investigación y desarrollo. Washington concluye el análisis con una amenaza: "No ignoraremos las violaciones, los engaños, o las agresiones económicas", aunque no dice cómo.

Irán y Corea del Norte.

La Estrategia declara que EEUU seguirá desarrollando sistemas antimisiles para contener la amenaza de Corea del Norte, y que también continuará expandiendo su capacidad para atacar los sistemas de armas nucleares de ese país antes de que sean lanzados. Una vez más, EEUU califica a Pyongyang y a Teherán como "rogue states", una expresión que podría traducirse como "estados granujas" o "estados deshonestos".

Guerra preventiva.

Es una de las grandes incógnitas del documento. Dada la agresividad oratoria de Donald Trump, muchos esperaban que hubiera referencias a ese concepto, que fue puesto en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2002 por el Gobierno de George W. Bush para justificar la invasión de Irak, seis meses después. Sin embargo, no hay ninguna alusión a ello.

Defensa.

Washington considera que los cerca de 700.000 millones de dólares que destina a ese apartado no son suficientes. El texto dice que la triada nuclear de EEUU -submarinos con misiles, bombarderos estratégicos, y misiles basados en tierra- "está quedándose anticuada" y reclama más gasto. En lo que es una demanda habitual de Donald Trump ya desde su época de candidato, pide a los aliados que aumenten el gasto militar.

Promoción de la democracia.

Fiel a sus promesas electorales, Donald Trump acaba con ese apartado, que venía siendo uno de los ejes de la política exterior estadounidense desde que Jimmy Carter, hace más de cuatro décadas, llegó a la Casa Blanca, y que había sido mantenido tanto por demócratas como por republicanos. En declaraciones a la revista Foreign Policy, un alto cargo del Departamento de Estado ha declarado que la forma de Gobierno de cada país "es, en último término, asunto suyo", y que EEUU "solo demandará reciprocidad y justicia en las relaciones económicas".

Ayuda al desarrollo.

Lo mismo. Aunque Estados Unidos nunca ha destacado en este aspecto -al menos, si se compara con los países europeos- la Estrategia lo relega a un muy segundo plano. "Ningún país puede por sí solo aliviar el sufrimiento humano", reza una copia del documento a la que ha tenido acceso The Wall Street Journal. La clave para la lucha contra la pobreza es el sector privado, por medio de la inversión y el comercio internacionales.

Cambio climático.

El documento no menciona a ese factor como una amenaza para la estabilidad mundial, contrariamente a lo que hacía en la época de Barack Obama e incluso a lo que ha declarado uno de los pesos pesados del Gobierno de Trump, el secretario de Defensa Jim Mattis. Éste es uno de los apartados más controvertidos de la Estrategia, dado que el Pentágono cree que la proliferación de grupos integristas en el Sáhara y en el centro de África se debe en buena medida al desecamiento del inmenso Lago Chad, que ha provocado una catástrofe agrícola, humanitaria, y medioambiental de proporciones bíblicas y ha obligado a EEUU y a sus aliados -incluidas Francia y España- a intervenir militarmente en la región.

Con información de ElMundo

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