El Ayuntamiento de Puebla dejará de ser el paraíso de los degenerados que a través de sus frustraciones sexuales sacaban lo peor de su personalidad.
No estamos hablando del viejo PRI, sino de los gobiernos panistas que encabezaron Eduardo Rivera y Adán Domínguez.
Uno consintió el acoso sexual de sus cercanos hacia varias féminas que laboraban en el municipio, tanto, que los hizo asesores en su gobierno y campaña, mientras que otro fue tan bajo, que se enroló con una de ellas, la que regatea el saludo y presume horas de gimnasio.
El PAN moralista terminó por ser enterrado por ambos sujetos quienes llegaron a los gritos por poner en riesgo su falsa moralidad.
Ambos privilegiaron la trata de personas porque recibían cientos de miles de pesos producto de las extorsiones que imponían a los giros negros, “negocios” en donde se ejerce la prostitución y venta de drogas.
Los dos panistas inmorales saben perfectamente que las semanas y meses por venir serán muy Gigio porque fueron descubiertas sus transas.
En plena orfandad del poder se aferran al PAN para tratar de abultar su lista de militantes con los lenones y dueños de los giros negros que les han dejado enormes ganancias.