Lejos quedaron los días en los que el PRI era el partido político poderoso y hegemónico que imponía su ley.
Hoy ese PRI poblano está en manos de un personaje hecho bajo la sombra de la corrupción, de la intriga y lo peor: la incapacidad.
Quizá por eso el diputado y presidente del PRI Javier Casique Zárate, pasa con más pena que gloria en el Congreso. La razón es simple: es un ignorante del ajedrez legislativo.
Mientras sus homólogos enfrentan épicas batallas legislativas, él prefiere no involucrarse porque es un personaje inmoral con un tufo apestoso a corrupción.
No le importa brillar ni destacar, porque está acostumbrado a ser tan gris que se enoja si alguien le quita lo gris.
A Javier Casique lo pueden acusar de todo menos de tonto y por eso no se involucra en el debate legislativo para no ser salpicado de esa corrupción que tanto adora.
El presidente del PRI en Puebla es un títere que no se preparó para llegar a donde está y le aterra hablar u opinar porque carece de preparación.
Y si a eso le sumamos el celo que tiene en contra de la diputada Rocío García Olmedo, el líder del PRI anticipa una derrota inminente.