El País (México)
Cuba sufrió el pasado viernes un apagón que obligó al Gobierno a declararse en “situación de emergencia energética”. El colapso total del sistema eléctrico se originó por un fallo en la mayor central del país, pero el problema es estructural y evidencia no solo la ineficacia de la política energética, sino el fracaso de toda la gestión del régimen. La crisis es la consecuencia de un círculo vicioso en el que una red obsoleta y la falta de inversión han consolidado la dependencia del petróleo importado, primera fuente de generación de electricidad en el país. En la ecuación repercuten además desequilibrios externos como los de Venezuela, principal aliado de La Habana en la región.
El problema no es nuevo, aunque nunca fue tan grave. La isla ha vivido etapas de profunda crisis económica y energética como el llamado Periodo Especial en los noventa —tras el desmoronamiento de la URSS— y la cadena de apagones de mediados de los dos mil. Lo sucedido ahora, sin embargo, va más allá y confirma que la situación es insostenible. En tres días, el sistema eléctrico cubano colapsó al menos cuatro veces. En algunas zonas nunca se dio el restablecimiento del servicio en ese lapso, con consecuencias dramáticas en los hogares, en la vida cotidiana y, sobre todo, en los hospitales.
La emergencia contribuyó a incrementar el hartazgo de la población. Hubo cacerolazos y protestas en distintos puntos del país y el éxodo de migrantes no tiene precedentes. El país caribeño necesita con urgencia una solución ambiciosa y para ello es necesario un cambio profundo del modelo económico, que contemple alguna apertura a la inversión. El presidente Miguel Díaz-Canel recurrió a la retórica habitual: “Tenemos patria, Revolución y socialismo, es decir, garantía de protección para todos”. La realidad es que el colapso eléctrico ha mostrado justo lo contrario: la desprotección de los cubanos. La Habana lleva décadas achacando sus disfunciones —también estas— al bloqueo estadounidense, que explica muchas cosas, pero no todas y en todos los casos. No obstante, el primer ministro, Manuel Marrero, admitió que la causa principal del colapso es la falta de mantenimiento e inversión. Estos apagones son la enésima prueba de la incapacidad de un régimen caduco de dar una respuesta que mejore la vida de los cubanos sin escudarse en la coartada perpetua del enemigo exterior.