Seis años después, el priista Fernando Morales Martínez, puso nombre y apellidos a dos singulares personajes que traicionaron al fallido ex candidato del PRI: Javier López Zavala.
En el marco del desorden y fragilidad que impera en el PRI de Puebla, Morales Martínez exigió que dichos ex alcaldes sean expulsados primero y después se le dé trámite a su petición de expulsión hecha por la actual dirigencia.
Me parecen interesantes y trascendentes las declaraciones de Fernando Morales, hijo de uno de los políticos con mayor arraigo y reconocimiento en el PRI poblano y nacional, me refiero al ex gobernador Melquiades Morales Flores.
Y más cuando el mismo Melquiades, muy por debajo del agua, trabaja para llevar a su hijo a una posición política de importancia como la gubernatura o una senaduría.
Por supuesto que las declaraciones de Fernando Morales llevan un claro mensaje: los Morales, la familia que una vez dirigió los destinos del PRI, han roto totalmente con el ex partidazo.
Por supuesto que Blanca Alcalá y Doger son conocidos por sus traiciones, deslealtades y por incumplir acuerdos.
Si uno de ellos va para el 2018, el PRI no tiene una sola posibilidad de recuperar la plaza.
Los caníbales priistas esperan cobrarles viejas facturas por haber actuado con omisión en cada proceso electoral.
A Blanca Alcalá ya no le funciona su estrategia de victimizarse y escudarse en el género. Lo vimos recientemente.
A Doger ya lo le funciona el chantaje hacia su partido como en los viejos tiempos.
Ambos son hermanos de partido y comparten un mismo apellido: traidores.
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