En el PRI no hay un dirigente que imponga respeto.
Los que no han sido beneficiados o son insaciables, se comportan como rameras y amenazan dejar al amante que les ha dado de comer durante años e incluso les entregó fortunas ilícitas.
Varios son los casos de priistas que suspiran abanderar a Morena en el 2018 por un cargo de elección popular.
El ex candidato del PRI a la gubernatura, Javier López Zavala, es un verdadero camaleón al servicio del mejor postor y de la cartera más abultada.
Después de haberle jugado las contras a Peña Nieto, su carrera ha ido en plena decadencia al grado que busca cobijo plurinominal en Morena.
Otro es el delegado del IMSS en Puebla, Enrique Doger Guerrero, quien también está dispuesto a entregarse a Morena si no lo hacen candidato a la alcaldía de Puebla.
Enrique no sabe que en Los Pinos tienen conocimiento que su periódico fue el principal promotor de exhibir los excesos de militares durante operativos contra huachicoleros.
Y también el gris Alberto Jiménez Merino, quien a pesar de conocer tanto de agricultura y animales, se ve que le falta lo que a las gallinas les sobra.
Muy pronto harán burócrata al tal Jiménez Merino.
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