Al candidato del crimen organizado Eduardo Rivera le preocupa su futuro inmediato, tanto, que pidió una candidatura plurinominal para su esposa Liliana Ortiz.
Quiere evitar acciones legales en contra de su familia por los temas de corrupción que le detecten y le estallen en las manos cuando ya no se encuentre en el poder.
Por eso blindó a su mujer porque desde hace mucho sabe que no ganará la elección y para muestra, su esposa no tiene un plan de trabajo para el DIF estatal porque a ambos les preocupa más tener fuero para evadir la justicia.
Por pureza moral, ella no hubiera aceptado la candidatura a diputada si su esposo tuviera segura la gubernatura.
¿Acaso ella ha estado activa en la campaña de su esposo como lo hace la señora Ceci Arellano a favor de su esposo el candidato morenista Armenta?. La respuesta es no, porque sabe que perderán.
Para la familia Rivera Ortiz, perdiendo ganarán porque se llevarán a sus bolsas por lo menos 500 millones de pesos producto de “aportaciones” de empresarios y extorsiones a los comerciantes poblanos.
Eduardo Rivera es un hombre rico porque ha manejado miles de millones de pesos y siempre ha negociado sus cuentas públicas. Son múltiples los escándalos de corrupción que ha protagonizado y no ha sido juzgado con rigor legal, siempre político.
Cuando pierda contra Armenta, se apoderará del PAN para rehacer su proyecto político en el 2030 con candidatos y comités directivos municipales, a los que tendrá que mantener para sus pretensiones políticas. Dinero tiene de sobra.
Los ojos de Eduardo están perdidos hoy, porque ya los puso en el 2030.
PD La suerte de Rivera se acabó el 12 de noviembre del 2022, cuando murió su patrón Miguel Barbosa.