Los ingresos petroleros aportan la quinta parte del presupuesto del Gobierno mexicano; su reducción implica el estrechamiento de la capacidad de gasto público que limitará, aún más, la posibilidad de cumplimiento de las promesas de campaña del Gobierno entrante.
Este escenario obligará al Presidente electo a “recalibrar” su estrategia. De acuerdo con especialistas energéticos consultados, será indispensable que el nuevo Gobierno de México impulse la producción de petróleo en los próximos años. Pero sin recursos adecuados, construir nuevas refinerías, e inclusive modernizar las seis existentes, será un reto mayúsculo.
Las opciones son acotadas. Implicarán la atracción de capital privado para impulsar la modernización de refinerías y la reinversión de los ingresos petroleros, ya no para subsidiar programas, sino más bien para reinvertir el dinero en actividades productivas como la transformación industrial del petróleo.
La caída internacional de los precios del petróleo ennegrece la posibilidad del próximo gobierno para invertir en gasto público y cumplir con sus promesas de campaña, por un lado. Por el otro, podría generar una baja en los precios de algunos petrolíferos a beneficio del consumidor en México, dijeron analistas consultados.
En lo que va de noviembre, la sobreoferta de petróleo y la falta de demanda en los mercados mundiales generó un efecto dominó que tumbó el valor del crudo por barril.
Esta semana, por ejemplo, los indicadores West Texas Intermediate (55.26 dpb) y Brent (65.18 dpb) adelantaron que 2018 cerrará con una caída de siete puntos porcentuales, respecto a los estimados de los últimos meses.
El valor del petróleo a nivel mundial, en lo que va de noviembre, ha tenido una tendencia a la baja y el precio del crudo mexicano no es la excepción.
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