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La reciente y polémica declaración de Donald Trump, en la que sugirió la posibilidad de despojar de la ciudadanía estadounidense a sus críticos, ha provocado una ola de indignación en todo el espectro político y ha encontrado una respuesta particularmente vehemente en la figura de Rosie O'Donnell. La comediante, conocida por su larga y pública enemistad con el expresidente, no tardó en utilizar sus plataformas para arremeter contra lo que calificó de una amenaza "antiamericana" y "propia de un tirano".
O'Donnell, a través de una serie de publicaciones en redes sociales y declaraciones públicas, dejó claro que no se dejará intimidar por lo que considera un intento desesperado de silenciar la disidencia.
"Nací en Estados Unidos, soy ciudadana estadounidense, y mi ciudadanía no es tu juguete para amenazar a quienes no están de acuerdo contigo", declaró en un video que se viralizó rápidamente, dirigiéndose directamente a Trump con una mezcla de desafío y desprecio.
La animosidad entre O'Donnell y Trump se remonta a más de una década, con intercambios públicos de insultos y descalificaciones que han capturado la atención mediática en múltiples ocasiones. Sin embargo, la última embestida de Trump ha escalado la retórica a un nivel sin precedentes, tocando un nervio sensible en la estructura democrática del país.
Expertos legales y constitucionalistas han desestimado de inmediato la viabilidad de tal amenaza, subrayando que la ciudadanía estadounidense es un derecho fundamental y que el proceso para revocarla es extremadamente complejo y se limita a casos muy específicos, como la renuncia voluntaria o la obtención fraudulenta. La sugerencia de Trump, por tanto, carece de fundamento legal y es vista como una táctica de intimidación.
En su respuesta, O'Donnell no solo desestimó la amenaza como vacía, sino que la confrontó directamente con una reafirmación de su identidad y derechos. Hizo hincapié en que la libertad de expresión y el derecho a disentir son pilares de la democracia estadounidense, y que cualquier intento de socavarlos es un ataque a la nación misma.
La comediante y activista enmarcó la amenaza de Trump dentro de un patrón más amplio de retórica autoritaria, diseñada para intimidar y silenciar a la oposición.
"Esto no es sobre mí, es sobre el intento de un hombre de socavar los cimientos de nuestra democracia", añadió, haciendo un llamado a la unidad contra tales tácticas y a la defensa de los valores constitucionales.
La postura de O'Donnell ha resonado con un amplio sector de la opinión pública y ha sido respaldada por numerosas figuras políticas y comentaristas, quienes han condenado la retórica de Trump como peligrosa y divisiva. La prensa, por su parte, ha destacado la audacia de O'Donnell al enfrentarse directamente a una amenaza que muchos consideran un ataque a la libertad de expresión y un intento de sembrar el miedo entre los críticos del expresidente.
Desde el inicio de la carrera política de Trump, O'Donnell se ha posicionado como una de sus críticas más vocales y persistentes, utilizando su plataforma para denunciar lo que percibe como abusos de poder y ataques a los valores democráticos. Este último capítulo en la saga Trump-O'Donnell subraya no solo la intensidad de su rivalidad personal, sino también la polarización política que continúa marcando el panorama estadounidense.
La amenaza de Trump, aunque legalmente infundada, ha servido para galvanizar a sus oponentes y reafirmar la determinación de figuras como Rosie O'Donnell de defender los principios democráticos frente a lo que consideran un asalto a la Constitución.