El presidente de Bolivia, Luis Arce, ha asumido el control del Ejecutivo este domingo a un año de producirse el golpe de Estado en el país plurinacional, cuando las Fuerzas Armadas pidieron públicamente la renuncia del entonces mandatario, Evo Morales.
La jornada comenzó a las 7 de la mañana (hora local) "con una 'q’oa' [ritual] y una ofrenda a la Pachamama, que estará a cargo del Consejo Nacional de Amautas".
Mientras en los días previos se desarrollaron algunas protestas opositoras denunciando un presunto fraude electoral, tal como sucedió en 2019, la Policía local dispone de un operativo de 3.000 uniformados para garantizar la seguridad en la ciudad: "Ya tienen las tareas establecidas, y va a ser una jornada en paz", sostuvo el viceministro de Seguridad Ciudadana, Wilson Santamaría, antes de dejar su cargo.
Igualmente, la Central Obrera Boliviana (COB) instruyó a sus afiliados para resguardar la plaza Murillo y sus alrededores. Juan Carlos Huarachi, ejecutivo del gremio, dijo que están en "estado de emergencia" y que su intención es "que no haya enfrentamientos entre compañeros".
En sintonía, movimientos sociales del municipio de El Alto, afines al Movimiento al Socialismo (MAS), también prometieron proteger las celebraciones en la capital.