El general retirado John Kelly (Boston, 1950) se estrenó este lunes en su nuevo puesto como jefe de gabinete de la Casa Blanca demostrando que tiene mando en plaza y que llega dispuesto a imponer una disciplina cuasi militar en Pennsylvania Avenue con la anuencia del presidente.Dada la "completa autoridad"que le ha dado Donald Trump para trabajar en el Ala Oeste de la Casa Blanca -como señaló la portavoz Sarah Sanders-, el hasta hace unos días secretario de Seguridad Interior precipitó la salida del director de comunicación Anthony Scaramucci; tan sólo once días después de su nombramiento (que todavía no se había hecho efectivo).
Las "inapropiadas palabras" con las que Scaramucci describió al ex jefe de gabinete Reince Preibus y al asesor presidencial Steve Bannon en una conversación con un periodista de 'The New Yorker' no gustaron al presidente, según explicó Sanders. Éstas abrieron la primera grieta, cuyo tamaño aumentó porque el perfil del gerente de fondos neoyorquino tampoco encajaba en el esquema de Casa Blanca que el condecorado general tenía en mente.
La portavoz de Trump -en sustitución de Sean Spicerque dimitió por desavenencias con la elección de Scaramucci-, señaló ante los medios que el general "traerá una nueva estructura a la Casa Blanca, disciplina y fortaleza".Con 45 años de servicio a sus espaldas -la mayoría como marine-, Kelly se ha ganado el favor de Trump en estos seis meses por, según destacó el presidente, el "fantástico trabajo" que ha hecho al frente del departamento de Seguridad Interior. "No tengo ninguna duda de que será un jefe de gabinete absolutamente soberbio", subrayó en la reunión del gabinete del pasado lunes tras mostrar su admiración por el general.
Un 'general de hierro' para enderezar el timónPero para que se cumplan la predicción de Trump, Kelly necesita margen de maniobra en la Casa Blanca. En sus primeras conversaciones con el presidente tras el anuncio de su nombramiento, según informa el diario 'The New York Times', el general pidió al Comandante en Jefe de EE.UU. que todos los que quieran presentarle propuestas, recomendaciones o darle consejos -incluida su hija Ivanka y su yerno Jared Kushner- pasen por él.
Ahora está por ver, quiénes reportan y quiénes acceden directamente.En estos primeros seis meses de la 'era Trump' -capitaneados por Preibus- la Casa Blanca ha sido un caos considerable; una especie de "pelea de gallos", como lo describía el ex jefe de gabinete con Barack Obama, John Podesta, en 'The Washington Post', en vez de una maquinaria bien engrasada para dirigir el país.
Sin experiencia política antes de alistarse en el equipo de Trump, Kelly no es el primer militar retirado de su rango que ocupa ese puesto. El general Alexander Haig desempeñó ese papel con Richard Nixon entre mayo de 1973 y septiembre de 1974, coincidiendo con los meses más complejos del escándalo 'Watergate' y que acabaron con la dimisión del presidente.
Kelly llega a su puesto en unmomento complicado de la presidencia de Trump; por mucho que el presidente repita los datos de crecimiento económico, insista en la buena marcha de los mercados, y niegue el caos. A los fracasos en el Congreso para llevar a cabo su compromisos de derogar la ley sanitaria de Obama, se suma la investigación del FBI sobre el 'Rusiagate' a la que se incorpora material casi a diario.
El último episodio está relacionado con el papel que desempeñó el presidente en la redacción del comunicado que su hijo utilizó para explicar la reunión que mantuvo en la Trump Tower con una abogada rusa. El 'Washington Post' informaba ayer de que el presidente dictó en el Air Force One, la respuesta engañosa esgrimida por Donald Trump junior para justificar el encuentro. En ella se decía que se habían reunido para hablar sobre "el programa de adopción de niños rusos". Sin embargo, el cruce de emails para cerrar la entrevista mostró que el objetivo de la cita era obtener información sobre Hillary Clinton que pudiera perjudicar su campaña.