Sin importar que pasen otros 20 años, William y Harry jamás podrán minimizar el amor que sienten por su fallecida madre, Lady Di. Pero sobre todo, jamás olvidarán todo lo que sufrió durante su escandaloso divorcio con el Príncipe Carlos, así como el caos mediático que se generó cuando fue despojada de su título nobiliario. Este último hecho es, quizás, uno de lo más tristes para William.
Haciendo un viaje en el pasado, no es un secreto que durante el divorcio de Diana y Carlos muchas cosas estuvieron en juego: el dinero, las propiedades, la custodia de los hijos, así como la manera cómo ambos debían dirigirse a los medios al hablar sobre este desafortunado incidente en la corona británica. Ambos llegaron a un acuerdo. El divorcio concluyó en 1996, pero éste no sería el final que "la princesa del pueblo" (como es recordada) esperaba.
Luego del acuerdo, se sabe que Carlos se mostró sumamente inflexible con la idea de que su ex esposa fuera aún Princesa de Gales. Pese a lo que muchos piensan, la Reina Isabel trató de disuadirlo, pero al final Diana pasó de ser Lady Di a Diana Spencer, su nombre de soltera.
El dolor y enojo que esto le causó a la que aún muchos llaman también "la princesa del corazón" no tenía nada que ver con la pérdida de los privilegios que supone ser de la nobleza, sino con el hecho de que esta especie de venganza la desconectó automáticamente de la familia real, incluyendo sus hijos, a quienes ya no podía llamar sólo William o Harry, o tratarlos como lo que eran, sus hijos, sino como lo dictaba el protocolo real.
De acuerdo con A Royal Duty, libro escrito por Paul Beller, ex mayordomo y hombre de confianza de la Princesa Diana, William –consciente de que en algunos años se convertiría en Rey de Inglaterra y del dolor que este duro golpe le había causado a su madre– le hizo una promesa que tristemente jamás pudo cumplir en vida:
"Ella (Diana) me contó como una noche él (William) se sentó junto ella... La abrazó y le dijo 'No te preocupes, mami. Te regresaré tu título cuando sea rey'".
A llorar en 3, 2, 1...
Si bien William era sólo un adolescente cuando dijo estas palabras, algo nos dice que esta dulce promesa se cumplirá cuando se convierta en el Rey de Inglaterra, le guste o no a su padre. Tanto él como Harry lo han dicho: jamás podremos olvidar a mamá.