A propósito del Día Internacional de la Mujer recordamos a cuatro autoras que rompen esquemas. Cada uno de los títulos seleccionados nos adentran en la naturaleza femenina sin victimismo alguno. Lucia Berlin, Dorothy Parker, Emma Cline y Clarice Lispector, son un auténtico póquer de reinas que, sin exagerar, hacen pedazos aquella idea de que son el sexo débil.
Lucia Berlin. Manual para mujeres que hacen la limpieza. Alfaguara. Trad. Eugenia Vázquez. 432 pp.
Algo tarde le llegó el reconocimiento a Lucia Berlin, después de muerta. Al menos nos quedan sus inigualables toques de humor y melancolía, para hacer eco de su vida, asombrosa y convulsa, para crear verdaderos milagros literarios con episodios del día a día. Las mujeres de sus relatos están desorientadas, pero al mismo tiempo son fuertes, inteligentes y, sobre todo extraordinariamente reales. Ríen, lloran, aman, beben: sobreviven.
Dorothy Parker. Narrativa completa. Debolsillo. Varios traductores. 640 pp.
Haciendo gala de un humor que arañaba los buenos hábitos de la burguesía de entonces, cabe entender que Dorothy Parker se convirtiera en un personaje, y que su obra se leyera a menudo como la alegre guarnición de una vida dedicada al chiste ingenioso. Las mujeres y los hombres que deambulan por sus cuentos son seres patéticos que lloran en habitaciones exquisitamente decoradas, flirtean con un empeño digno de mejores causas, o ríen sin ganas en la barra de un bar para olvidar que alguna vez fueron felices. Su protesta es más actual que nunca, su sonrisa aún nos acompaña y su ironía es el mejor de los regalos en una época de tanta perplejidad.
Emma Cline. Las chicas. Anagrama. Trad. Inga Pellisa. 340 pp.
Début de la autora estadounidense. A partir de la historia de Evie, construye un retrato excepcional de la fragilidad adolescente y del tormentoso proceso de hacerse adulto. También aborda el tema de la culpa y las decisiones que nos marcarán toda la vida. Y recrea aquellos años de paz y amor, de idealismo hippie, en los que germinaba un lado oscuro, muy oscuro. La autora se inspira libremente en un episodio célebre de la crónica negra americana: la matanza perpetrada por Charles Manson y su clan. Pero lo que le interesa no es la figura del psicópata demoniaco, sino algo mucho más perturbador: aquellas chicas angelicales que cometieron un crimen atroz y sin embargo durante el juicio no perdían la sonrisa.
Clarice Lispector. La pasión según G. H. Siruela. Trad. Alberto Villalba. 156 pp.
G. H. –nunca sabremos el nombre y apellido de la protagonista– es una mujer independiente, escultora amateur y bien relacionada en los círculos más influyentes de Río de Janeiro. Un día, sola en su ático, encuentra una cucaracha. Esto provocará en ella arcadas de repulsión y un caudal de reflexiones íntimas, algunas hasta entonces desconocidas para ella misma, sobre sus sentimientos, miedos, angustias… Este hecho aparentemente intrascendente le servirá para repasar su vida desde la infancia y llegar así a la determinación de vencer todos sus miedos.
