Tras 15 años de persecución política, los gobiernos saliente y entrante, representados por los gobernadores Sergio Céspedes y Alejandro Armenta, han establecido condiciones ideales para que no se presenten situaciones como las que se vivieron en el pasado reciente y que generaron todo tipo de inestabilidades.
Alejandro Armenta, gobernador electo de Puebla y Sergio Céspedes, gobernador sustituto, son dos profesionales de la política que entienden la urgencia e importancia de servirle a la comunidad.
Uno, Armenta, llegará con el de bono democrático brutal de casi 2 millones de votos que lo convierte en el gobernador más votado en la historia de Puebla, y otro, Céspedes, es el gobernador a quien hay que reconocerle rápida capacidad para cicatrizar las heridas que heredó.
Es preciso señalar que ambos garantizan estabilidad política porque son amigos desde hace años, no como en el pasado reciente, en donde predominó la sin razón, la violencia y violación a las leyes.
Antes, Rafael Moreno Valle inició la Persecución Política moderna y encarceló y persiguió a diversos miembros del equipo de Mario Marín. Al hoy gobernador electo, lo persiguió sin fundamento y con saña mediática.
También los Melquiadistas limpiaron la casa cuando llegaron al poder y corrieron a los bartlistas y éstos, a su vez, persiguieron a los olayistas, convirtiéndose en un ritual sexenal de por lo menos los últimos 25 años.
En mi tesis de Maestría titulada Persecución Política en Puebla del 2005 al 2022, abordo ampliamente lo aquí expuesto, no sin antes advertir que la investigación se lleva a cabo con una amplia bibliografía que sustenta lo dicho.
Céspedes y Armenta, Armenta y Céspedes, le darán a Puebla esa grandeza que perdió por el odio y rencor que jamás regresará porque los poblanos prefirieron la continuidad de la Cuarta Transformación.