Cuando en el 30 de Octubre de 2015 la Fórmula 1 rodó por primera vez en su regreso al Autódromo Hermano Rodríguez, en lo que fue la primera práctica libre de ese Gran Premio de México, el nombre al tope de la tabla fue el del piloto más joven de la parrilla, quien igual a sus 19 rivales, veía el circuito por primera vez. Con 18 años y a los mandos de un Toro Rosso Renault, Max Verstappen dejó el primer registro referencia para la nueva configuración del trazado que eliminaba la curva Peraltada.

Aunque unas horas después Verstappen acabaría contra el muro de lo que queda de esa famosa curva, ese primer contacto con la pista marcó el inicio de lo que ha sido una relación mas de amor que de odio con el autódromo en el que ha celebrado como ganador en dos años consecutivos, con un DJ paisano y los colores de la cerveza holandesa en el podio. Ha sido en los últimos dos años el Gran Premio de “Max-ico”.

La del domingo anterior fue, igual que un año atrás, una carrera con dos ganadores, el de la batalla del día, Verstappen, y el de la guerra de toda la temporada, Lewis Hamilton. Dos pilotos dotados de un gran talento natural, improvisadores por naturaleza, veloces como muy pocos en la lluvia, capaces de salir de situaciones en las que otros sucumben, creadores de maniobras improbables, pilotos que en pista marcan terreno y en muchas ocasiones, se toman el del rival, incluso si eso significa entrar en contacto con otro auto.

El duelo por el segundo lugar en Austin, cuando Hamilton intentó adelantarle por fuera en la veloz sección a derecha de las curvas 16, 17 y 18, ó la primera frenada del Gran Premio de México a la que llegaron en paralelo, no nos permitieron tener una medida real de hasta donde serían capaces de ir por prevalecer en otro contexto diferente, si estuvieran buscando el mismo objetivo, pues tanto en el Circuito de las Américas como en el Autódromo Hermanos Rodríguez, no era el caso. En Austin, Hamilton arriesgó pero le dio bastante espacio a Max, y luego en México frenó lo suficientemente tarde para asegurar la segunda posición, no para intentar superarle. Algo similar ocurrió en la salida del Gran Premio de Malasia el año pasado.