En 1995, el priista Germán Sierra Sánchez, perdió la elección por la presidencia municipal de Puebla.
Fué humillado en las urnas y ni siquiera eso le trajo una pequeña dosis de humildad.
Desde ese entonces su explosivo carácter acompañado con dosis de soberbia y prepotencia se convirtieron en sus eternos acompañantes.
Pasaron muchos años y Sierra juraba que ya era otro y que había cambiado para bien.
Yo jamás le creí.
Durante ese tiempo vio alejados sus sueños de ser gobernador y se quedó muy solo, al grado de que en sus cumpleaños y navidades se lamía esas amargas heridas que dejan la soledad.
Nadie lo buscaba.
Al inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto, fue nombrado delegado de CONAGUA, lugar donde se llevó sus traumas guardados por años para llegar y humillar una vez más a los trabajadores.
El maltrato hacia el personal era tan brutal que los empleados se armaron de valor y pararon labores para exigir la destitución de Sierra Sánchez.
Al parecer, el pasado viernes, Sierra Sánchez fué destituído de la dependencia y con ello se lleva sus escándalos, las extorsiones que hacía a contratistas de obras y la inmoralidad de sus cercanos.
Sierra Sánchez, quien estuvo a punto de ser candidato a gobernador por el PRI, jamás entendió que la política es para sumar y no para humillar.
La palabra sencillez es algo que desconoce quien es nieto del fundador y líder del PRI Rodolfo Sánchez Taboada.
Sierra, el ex diputado local, federal, ex senador, ex líder del PRI, ex secretario de gabinetes, ahora regresará al desempleo a seguir vendiendo sus síntesis de prensa y monitoreo de medios electrónicos.
Y como por arte de magia, también regresará con una pequeña dosis de su acostumbrada fingida sencillez.
Por cierto : ¡qué finos funcionarios contrata y protege Peña Nieto!!!.
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