Dos son las lecturas que acompañan el nombramiento de Melquiades Morales Flores como embajador de México ante el gobierno de Costa Rica.
La primera es que lo exilian de Puebla para que no haga más daño al PRI principalmente en época electoral, pues es conocida su animadversión por ciertos grupos políticos como el marinismo y el dogerismo.
La segunda lectura tiene que ver con los premios que les son entregados a los dinosaurios políticos priistas que aún tienen vida política.
Recuerdo perfectamente que cada que Melquiades terminaba un encargo juraba que se retiraría a cuidar a sus nietos. Nada más falso.
Ha pasado ese tiempo y hasta hoy, Melquiades nos demuestra que los hombres de poder son totalmente falsos porque ansían morir rodeados de poder.
Ansían recibir aplausos, saludar multitudes y no aceptan ser ignorados, como lo vivió hace unas semanas en conocido restaurante cuando desayunaba con Guillermo Pacheco Pulido.
Aunque muchos de sus niños cantores festejaron este nombramiento , temo decirles que Costa Rica es un país sin relevancia en materia de Relaciones Exteriores.
Melquiades, el que tiene a toda su familia metida en la nómina del gobierno de Coalición, ya no hará más daño al PRI.
Disfrutará lo que su mina de oro Maxigas le de a ganar.
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