Con mucho gusto les digo a los corruptos aliados del ex gobernador Mario Marín, que jamás volverán a ver las botellas de cogñac a las que se acostumbraron durante ese corrupto sexenio.
La orden de aprehensión que le fue girada el fin de semana al promiscuo ex mandatario, lo hizo temblar de miedo, a tal grado que tuvo que ampararse.
No es para menos: hay hombres de poder que quieren a Marín en la cárcel porque le ha llevado las contras al grupo en el poder, al de López Obrador.
Marín está jugando en la campaña con dos frentes: su ex empleado Alberto Jiménez Merino y con el senador de Morena y también su ex empleado Alejandro Armenta Mier
Y perverso como es, le apuesta a ambos para regresar con sus privilegios y sendas botellas de cogñac.
Lo que nadie sabe es que Marín ha enloquecido porque el candidato de Morena a la gubernatura de Puebla, Miguel Barbosa, no le permitió contaminar su campaña, toda vez que el “ojitos de japonés” ofreció sus servicios a Barbosa.
Marín es una fiera herida y falta ver de qué está hecho, mientras sus cómplices saben que es su última oportunidad para regresar al poder, pues generacionalmente ya están desfasados.
Por cierto: ¿Javier Sánchez Galicia, vocero de Marín, seguirá haciendo la campaña negra contra Barbosa?.