Dos son los candidatos que por su conducta y discurso merecen ser los emblemas de la corrupción.

Uno es Eduardo Rivera Pérez, el ex alcalde que se niega a debatir con sus contrincantes por su negro pasado repleto de corrupción.

Y el otro es el candidato de Morena a diputado José Juan Espinosa, potencial delincuente y maestro de las próximas generaciones de delincuentes.

Por única ocasión declaro un empate entre ambos porque representan la corrupción encarnada en dos seres humanos con hambre de poder.

Los dos han estado en cargos públicos y solo han abultado su patrimonio con gasolineras, plazas comerciales, ranchos, inmobiliarias y otros negocios.

Sus instrumentos son infalibles: extorsiones, diezmos, mentiras y fomento de narcomenudeo.

Los dos son cobardes. Uno, el JJ, huye cuando le responden sus provocaciones y el otro , Rivera, cuando le exigen debatir.

Y aunque son de diferente partido, nacieron en una época que les ha permitido ser reconocidos como los emblemas de la corrupción.