Dos personajes se han encargado de desbaratar en menos de un año al Partido Acción Nacional, para saciar su hambre de poder.

Por supuesto que me refiero al inminente candidato presidencial del PAN, Ricardo Anaya y al camaleónico Senador Javier Lozano Alarcón.

Ambos han interpuesto sus mezquinos intereses y de un plumazo borraron la escencia del bien Común que tanto predicó el fundador del PAN Manuel Gómez Morín.

Anaya dividió al PAN y marginó a importantes personalidades, por lo que ha recibido acusaciones de todo tipo.

Y Javier Lozano se ha comportado como una acompañante a la que no le sacia nómina alguna.

La renuncia al PAN que Lozano anunció a través de sus redes sociales, muestra la verdadera personalidad de un personaje frustrado porque jamás será gobernador del estado en donde nació.

Muestra sí, el oportunismo y la promiscuidad ideológica de un sujeto dispuesto a traicionar para lamer hueso político.

Es claro que Lozano no tiene capital político, por lo que no perjudica su renuncia al PAN, pero tampoco le abona gran cosa a su nuevo amo Pepe Meade.

Por ello, Meade y su equipo debe poner especial atención y darle a Lozano el lugar que merece.

A mi gusto, merece una jefatura de departamento en los mercados para que debata con las y los comerciantes de los mismos.

Por cierto: Lozano llegó a Puebla como el gran gurú y ahora se va porque le gana la promiscuidad.