El artero crimen que sufrió Mara Fernanda Castilla Miranda en manos de Ricardo Alexis Díaz López, chofer de la empresa Cabify, deja muchas lecturas y lamentables enseñanzas.

Primero: es indudable que la sociedad reprueba estos hechos y nos sentimos desprotegidos.

Segundo: el servicio que prestan las empresas de transporte público en su modalidad de taxis, carecen de filtros para investigar a sus empleados y socios.

Tercero: urge que las autoridades hagan algo para frenar los geminicidios.

Cuarto: salvo la secretaria general del PAN, Martha Érika Alonso Hidalgo, ninguna mujer disque luchadora social o política, había manifestado alguna postura hasta la tarde del viernes.

Quinto: Emilio Baños, rector de la UPAEP -de donde Mara era alumna-, emitió un tibio comunicado demasiado tarde por cierto, exigiendo lo que como institución no hacen por sus alumnos.

Sexta: la UPAEP hará una marcha este lunes para exigir justicia y seguridad a las autoridades. Demasiado tarde.

Séptima: hasta la iglesia se sumó al reclamo social y el rechazo por este tipo de lamentables acciones.

Octava: hay que reconocer al Gobernador Tony Gali, el especial interés que puso en este lamentable tema , tanto que fue capturado el chofer de Cabify Ricardo Alexis Díaz López.

Novena: el Fiscal Carrancá da más pena que gloria porque citó el viernes a rueda de prensa, tuvo a los medios y terminó huyendo, demostrando lo insensible que es.

El único consuelo que nos queda es que el asesino será encerrado de por vida por el feminicidio de Mara son 60 años de cárcel, por la privación ilegal 20 años y por el robo del celular otros 5 años, es decir, un total de 85 años de cárcel.

Sin lugar a dudas una enseñanza muy dolorosa de la que todos debemos aprender.