Según los datos preliminares de la Oficina Federal de Estadística, la economía alemana se contrajo un 0,1% entre los meses de abril y junio, con un frenazo mayúsculo en las exportaciones. Las turbulencias de este año preocupan en un país que acumula nueve años consecutivos de crecimiento. La "continua desaceleración" en la industria es clave, según la valoración del Banco Central. La producción industrial cayó un 5,2 por ciento en junio, su peor dato desde 2009.
Los sectores económicos orientados a la economía nacional y no tanto a las exportaciones (éstas cayeron un 8%en junio) son los que menos se resienten de la inminente recesión, asegura el organismo alemán. El sector de la construcción es uno de los más activos actualmente y permite que la caída del PIB germano no sea más abultada.
Las causas
Primero el enfriamiento de la economía mundial, segundo la guerra comercial entre Estados Unidos y China y por último la incertidumbre de la industria alemana respecto al Brexit, son los factores que afectan la economía alemana. A esto se añade el cambio estructural en la industria automotriz, que se encuentra en plena transformación hacia la movilidad eléctrica, y que se ha visto afectado por los aranceles de EU. Este sector es precisamente el que más se contrajo en el primer semestre, un 12%.
Que la principal economía europea retroceda preocupa en la UE, dada su influencia en el resto de países. Recientemente la canciller Angela Merkel prometió más gasto público, una receta que fue duramente criticada por Berlín durante la crisis del euro en los países del sur de Europa y que ahora parece contar con el beneplácito del gobierno federal. No obstante, Alemania afronta la tormenta desde una posición ventajosa, con unas finanzas públicas saneadas y una tasa de desempleo que se encuentra en mínimos históricos.